Proyecto de Enrique Radigales
Instituto Cervantes de Burdeos
Del 9 de septiembre al 13 de noviembre de 2009
Organiza: Instituto Cervantes
Participa: Fundación Goya en Aragón
Colabora: Consorcio Goya-Fuendetodos, Diputación Provincial de Zaragoza
¿Cuánto tarda un paisaje sonoro en borrarse de nuestra memoria?
¿Cuánto tarda en desaparecer la huella de un sonido?
El artista aragonés Enrique Radigales (Zaragoza, 1970) presenta el proyecto Boombox, una ventana auditiva que conecta el paisaje sonoro de la Casa Natal de Goya en Fuendetodos con su casa en el exilio francés, actual sede del Instituto Cervantes de Burdeos.
Las tecnologías de las últimas tres décadas han incidido en nuestra experiencia sonora. Hoy en día se ha ampliado el papel que la sonoridad juega en la sociedad debido a la innovación tecnológica y los cambios en el consumo y la participación cultural. Entre otras cosas percibimos que la música y una variedad de sonidos sintetizados es cada vez más ubicua. Desde el acompañamiento del iPod en espacios públicos, a la descarga de archivos de audio MP3, los sonidos se convierten en una especie de prótesis de nuestros cuerpos.
Nuestro paisaje acústico, asistido tecnológicamente, resuena cada vez más, permeando nuestra experiencia. Este paisaje sonoro se ha modificado sustancialmente con la incorporación de sonidos y habla sintetizados e integrados en los electrodomésticos y aparatos electrónicos que forman parte de nuestro entorno natural. Un entorno de sonidos sin fuente, donde no encontramos una pertenencia física a un sonido.
Con las primeras grabaciones de sonido a finales del siglo XIX, y con la aparición de los primeros fonógrafos, la experiencia musical se privatizó y permitió almacenar la performance, o experiencia física, en un aparato tecnológico y repetirla al infinito.
El título de este proyecto Boombox hace referencia a los primeros reproductores portátiles de estéreo aparecidos en los años 70, aparatos que utilizaban casetes como unidad de almacenamiento sonoro y que sirvieron para colectivizar la audición de sonidos.
A finales de los 70 y como contraste a las boomboxes apareció el primer estéreo personal, el walkman TPSL2 de SONY que permitió trasladar a espacios públicos la audición privada del individuo.
Desde entonces y hasta ahora, la experiencia auditiva ha tenido un dilatado recorrido que ha pasado por el teléfono móvil, la invención el Mp3 (Formato de audio digital comprimido con pérdida) y su inseparable iPod, la telefonía y radios IP y el desarrollo de comunicaciones Streaming, que desde 1995 permiten ver y oír un archivo sin necesidad de descargarlo.
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