Desde que Ricardo del Arco diera a conocer en 1915 la existencia de las pinturas murales del Oratorio del Palacio de los Condes de Sobradiel y su atribución a Francisco de Goya, muchos autores han escrito sobre ellas aportando análisis, valoraciones y juicios críticos, en ciertos casos, identificando algunos de los modelos empleados, excepcionalmente abordando las circunstancias del encargo, y obviando en casi todos los casos aspectos tan importantes como la personalidad de los comitentes.
Se hacia necesario un estudio global que contextualizase adecuadamente este conjunto pictórico. Esta exposición da respuesta a algunos interrogantes y corrige ciertos errores historiográficos, plateándose cuestiones y problemas resueltos a través de la contemplación conjunta de todas las obras.
Los artistas representados en la exposición son, además de Francisco de Goya, Francisco Bayeu y Subías, Pierre Daret y Michel Dorigny (grabadores de obras de Vouet), Corrado Giaquinto, Luca Giordano, Antonio González Velázquez, Diego Gutiérrez, José Luzán, Carlo Maratta, Andrea Pozzo, Juan Ramírez de Arellano y Francesco Solimena.
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Nada sabemos acerca de cómo se produce el contacto de Goya con el comitente de las pinturas, Joaquín Cavero y Pueyo (1735-1788), conde de Sobradiel, si bien por tradición familiar, recogida ya por Ricardo del Arco en su artículo, se ha pretendido una relación amistosa que ha llevado a suponer que el pintor trabajara en el propio palacio, tal vez en la preparación de otras obras coetáneas como el boceto acabado de La Gloria para la bóveda del coreto de la Virgen.
De lo que sí tenemos testimonio es del cuidado dispensado por el conde para el enriquecimiento artístico de sus estados, tanto del pueblo de Sobradiel (Zaragoza) como de sus posesiones oscenses, como demuestra el obsequio de una custodia a la iglesia parroquial de San Gregorio Hóstiense en Esquedas (Huesca); esta pieza de orfebrería (69,4 cm de altura) ostenta en su base el escudo de los Cavero-Ahones y la siguiente inscripción: "DE M.J.S. JOAQUIN CAYETANO CAVERO Y PUEYO CONDE DE SOBRADIEL AÑO 1772".
Convertidas en cuadros de caballete y fallecido el conde, las siete pinturas formaron parte de la Exposición de obras de Goya y de objetos que recuerdan las manufacturas artísticas de su obra organizada por la Real Academia de Bellas Artes de San Luis y que tuvo lugar en el Museo de Bellas Artes de Zaragoza en 1928 como uno de los actos principales del centenario de la muerte del pintor, siendo ésta la última vez que pudieron verse juntas.
El 30 de junio de 1929, la condesa de Gabarda depositó los siete cuadros, más el Retrato de Don Martín de Goicoechea en el Museo de Zaragoza.
Según los datos consultados la compra de la siete pinturas por parte del ciudadano Carlos Francisco Javier del Valle Grao se hizo efectiva el 16 de septiembre de 1930. La cantidad pagada fue de sesenta mil pesetas, actuando como preceptor, en nombre de la condesa viuda de Gabarda, Mariano de Areyzaga.
El 13 de noviembre de 1932 se levantó el depósito y los cuadros salieron del Museo, a excepción de El sueño de San José, que tras su restauración en Madrid forma parte de la colección del Museo desde 1976. A partir del levantamiento del depósito, antes citado, los seis cuadros restantes se dispersaron.
Uno de los objetivos de la exposición es reunir de nuevo las siete pinturas que componían el conjunto. Finalmente, y por motivos bien distintos que derivan en último extremo del arranque y dispersión del conjunto, dos de las siete pinturas no han podido incorporarse a la exposición.
Un segundo objetivo de la muestra, tal vez de mayor trascendencia, es mostrar los referentes, influencias y modelos de los que Goya se sirvió para realizar estas pinturas. Se trataba de rastrear, por tato, en el bagaje artístico del pintor en ese momento de su trayectoria, y reconstruir, al menos parcialmente, su universo visual y sus modos de trabajo.