1795-1807
La cúspide de la carrera
1795-1799. El grabador de los Caprichos
--CerrarAcabadas las hostilidades con Francia, al final del reinado del Terror durante el cual había sido guillotinado Luis XVI, la situación política en España se estabilizó bajo el liderazgo de Godoy, que rehabilitó a Francisco Cabarrús, ahora su consejero financiero. Con el antiguo director del Banco de San Carlos volvieron a tener predicamento los amigos ilustrados de Goya: Jovellanos,
Meléndez Valdés, Bernardo de Iriarte y el secretario del banquero,
Moratín. Por otro lado, el 4 de agosto de 1795 moría Bayeu, lo que contribuyó a la promoción de Francisco en la Academia, que le nombró su director el 13 de septiembre. A principios de 1796 viajó por segunda vez a Andalucía, acompañando quizá a la Corte desplazada a Sevilla para venerar las reliquias de san Fernando, y permaneció allí lo que quedaba de año sin que conste licencia expresa en los archivos reales. Por cartas de sus amigos se ha sabido que Goya estaba todavía convaleciente, y que frecuentó la compañía de la
duquesa de Alba -quien en su testamento, de 17 de febrero de 1797, se acordó de Goya- en Sanlúcar de Barrameda, pues aparece en varios dibujos del álbum homónimo. Entonces se gestaron los
Caprichos, publicados en 1799. Para mayo o junio volvió a Madrid, y continuó con su labor de retratista, inmortalizando a Bernardo de Iriarte, Meléndez Valdés o Francisco de Saavedra, todos escalando puestos en la administración real. Tras recibir Jovellanos el nombramiento como ministro de Gracia y Justicia el 10 de noviembre de 1797, Goya le retrató asimismo, pero el empeño del asturiano por reformar la Inquisición pronto le valió el cese. Moratín, que también había obtenido un buen cargo, le secundaba en esta empresa. Con el dramaturgo tuvo varios contactos Goya durante el segundo semestre del año y hasta 1799, y sus
Caprichos de asuntos brujeriles hay que relacionarlos con este clima intelectual contrario a la superstición. Los duques de Osuna lo compartían y el 29 de junio de 1798 pagaron a Goya por seis cuadritos de "asuntos de brujas" pintados para su finca de la Alameda. Aquel mismo verano, y muy posiblemente gracias a sus poderosos contactos, la Corte volvió a dirigirse a él para encomendarle la decoración de los frescos de la ermita de San Antonio de la Florida, incorporada recientemente a la capilla palatina, así como algunos retratos de la reina María Luisa, que debieron agradar bastante.
1800-1807. Primer pintor de cámara
--CerrarEl 31 de octubre de 1799 Goya había sido ascendido a primer pintor de cámara, con un sueldo de 50.000 reales, y en seguida se le retó con el retrato colectivo de la familia real, junto a quienes se representó, en pose velazqueña, en 1800. Poco antes había realizado para Godoy
La condesa de Chinchón, uno de sus mejores retratos femeninos por su cercanía humana, así como las
Majas. Goya estaba en lo más alto de su carrera, pues había logrado emular al pintor de
Las Meninas, autor también de un prodigioso desnudo femenino, la
Venus del espejo. Gracias seguramente al "príncipe de la Paz", a quien acabó retratando en 1801 como vencedor en la guerra de las Naranjas, la estrella del artista siguió brillando durante esos dos años a pesar de la destitución de Jovellanos y de Saavedra. Su patrimonio se acrecienta y así comprará dos casas, una para habitar en el número 15 de la calle Valverde, el 23 de junio de 1800, y otra para alquilar en el número 7 de la calle de los Reyes, dos años más tarde. Los cambios del gusto en los monarcas, fascinados por la moda neoclásica, relegarán sin embargo a Goya a un segundo plano, prefiriendo contratar a artistas franceses para decorar sus moradas. No así Godoy, quien le encargó unas alegorías para su palacio del Almirantazgo, cuyo programa iconográfico conectaba con la filosofía de las sociedades económicas del país. El movimiento antiliberal, por su lado, iba ganando terreno en consonancia con el cariz despótico que estaba cobrando el gobierno de Godoy, y el autor de los
Caprichos, perfectamente informado por su cercanía al valido, donó los cobres al rey a cambio de una pensión para su hijo Javier, concedida el 6 de octubre de 1803, evitándose así enojosas pesquisas por parte de la Inquisición. Afortunadamente su clientela como retratista no dejaba de crecer, y entre 1803 y 1807 debió de elaborar al menos una treintena de lienzos de este género, entre ellos los de los condes de Fernán Núñez, los de los marqueses de San Adrián, o el de María Tomasa Palafox y Portocarrero retratando a su marido. El 8 de julio de 1805 Goya casó a su hijo con Gumersinda de Goicoechea, hija de un rico comerciante y de la prima del entonces director del Banco de San Carlos, anudando así su tradicional relación con la institución que había fundado Cabarrús. Sus retratos para la ocasión, sobre todo el de Javier, son otra muestra de la excepcional habilidad que había adquirido en esta disciplina. Durante 1806 y 1807 Goya se moverá en un ambiente de acaudalados hombres de negocios, como Manuel Sixto Espinosa o Manuel García de la Prada, para quienes hará también retratos y cuadros de costumbres.