--CerrarEl 2 de mayo de 1824, tras haber otorgado poderes unos meses antes para que se ocuparan de cobrar su sueldo y administrar sus bienes, Goya solicitó licencia para ir al balneario de Plombières (Lorena). Un mes más tarde, obtenido el permiso se ponía en camino hacia París. Moratín, que le vio a su paso por Burdeos el 27 de junio, lo describió "sordo, viejo, torpe y débil, y sin saber una palabra de francés, y sin traher un criado, y tan contento y tan deseoso de ver mundo". En la capital del Sena vivió junto a
Leocadia Zorrilla de Weiss y sus dos hijos, parientes de su nuera, que le asistían desde al menos 1815. Cuando el pintor decidió instalarse en Burdeos el 20 de septiembre de aquel mismo año le siguieron, y Francisco tomó a su cargo la educación artística de
Rosario Weiss. Allí se apoyará en su antiguo amigo Moratín. El 22 de noviembre de 1824 solicitó una prórroga de un semestre, para tomar esta vez las aguas de Bagnères (Pirineos franceses), aunque teme constantemente por sus intereses económicos y familiares en Madrid, donde permanece su hijo Javier. A finales de mayo de 1825 volvió a caer gravemente enfermo. En cuanto salió de la crisis se puso a pintar y, habiendo conseguido nueva licencia para estar ausente de Madrid un año desde el 6 de julio, elabora las litografías de
Los toros de Burdeos, cuya edición se anunció entre noviembre y diciembre de 1825. El invierno anterior había trabajado en unas cuarenta miniaturas pintadas sobre marfil, que representan composiciones al modo de los
Caprichos.
--CerrarEl 30 de mayo de 1826 se halla en Madrid, adonde había viajado para solicitar del rey su jubilación, que le fue concedida el 22 de junio con su sueldo íntegro de pintor de cámara y permiso para residir en Francia. De vuelta a Burdeos todavía se entretuvo con algunos retratos, por ejemplo, el de Juan Bautista Muguiro, de la primavera de 1827. Volvió a Madrid por última vez a pasar el verano con los suyos, retratando entonces a su nieto Mariano. El 2 de abril, ya en Burdeos, sufrió un ataque que le dejó hemipléjico. Murió la noche del 15 al 16 de abril. A su cabecera estaba el pintor
Antonio de Brugada, exiliado desde 1823 y albacea testamentario del maestro. Todavía pudieron verle con vida su nuera y su nieto, que habían llegado el 28 de marzo, anticipándose a Javier. El funeral se celebró el 17 de abril y fue enterrado en el cementerio de la Chartreuse, en el panteón de los Martín de Goicoechea. Sus restos reposan hoy en la ermita de San Antonio de la Florida.