Clasificación
Sn. Ambrosio (parte inferior).
Historial
La iglesia de San Juan Bautista de Remolinos, edificio barroco clasicista en cuyas pechinas se alojan los cuatro óvalos pintados sobre lienzo, lleva en su entablamento una inscripción que documenta la finalización del templo en 1782. No obstante, es posible que dichos óvalos fueran en origen concebidos para un lugar anterior, dada la reducida escala de las figuras, los problemas cronológicos de índole estilística que se plantean y la sospecha de que las pinturas originales fueron recortadas para adaptarlas al formato oval, perdiéndose así algunos elementos de la composición.
El comienzo de la atribución a Goya obedece a un hecho fortuito: en 1915 la pieza denominada San Agustín se desprendió de la pechina correspondiente y el párroco de la iglesia D. J. Pablo Aznárez junto con el sacerdote D. José Castro y Marcellán advirtieron semejanzas con las pinturas de Goya que conocieron en la cartuja de Aula Dei (Zaragoza). La llevaron a Zaragoza donde fue estudiada por expertos, entre ellos Javier García Julián quien publicó el conjunto en 1923 como autógrafo de Goya. En 1924 visitó Remolinos el pintor Zuloaga con la asociación artística "Amigos de Aragón", expertizándolas también como obra de Goya.
Análisis artístico
El conjunto formado por los cuatro óvalos de la iglesia parroquial de Remolinos son de indudable gusto rococó, si bien plenamente imbuido de la tradición barroca, como demuestran los movimientos y brillos de los paños, la aparatosidad de los gestos y el recurso de las nubes sobre las que flotan los personajes. El personaje denominado San Ambrosio se sienta sobre nubes, lleva mitra azulada bordada con flores y capa pluvial verde con vueltas rojas. El blanco de su vestidura brilla con intensidad y cae en pliegues que generan fuertes sombras. Destaca su severa mirada que dirige por encima del hombro mientras sujeta el libro sagrado y el báculo; parece ser ajeno a lo que el ángel que le acompaña señala en el libro.
En comparación con los Padres de la Iglesia pintados en las pechinas de la ermita de la Virgen de la Fuente de Muel (Zaragoza), también atribuidos a Goya, se tiende a considerar a los de Remolinos más antiguos y menos evolucionados, sin perjuicio de que ambas series parten de los mismos modelos iconográficos.
La inscripción que encontramos bajo cada una de las cuatro figuras pudo haber sido añadida de forma apócrifa para facilitar una identificación que parece inadecuada desde el punto de vista de la ortodoxia iconográfica, al menos en los casos de San Jerónimo, que debería figurar como cardenal o como penitente, y de San Gregorio Magno, que debería ir revestido de pontífice. Tampoco es propio que San Agustín no lleve como atributo un corazón flameante. Por lo tanto es muy incierto que la intención inicial del autor fuera representar a los llamados Cuatro Padres de la Iglesia Latina, a pesar de que ningún estudioso haya cuestionado el asunto a excepción de Borrás, quien propone la posibilidad de que dos Padres sean obispos de la Iglesia Occidental y los otros dos de la Iglesia Oriental, al modo de Bernini que los colocó sujetando la cátedra de San Pedro en el Vaticano. Otra hipótesis plausible es hacer derivar los modelos de los cuatro prelados pintados en Remolinos y en Muel de los pintados por Francisco Bayeu en la iglesia del convento Jerónimo de Santa Engracia de Zaragoza, desaparecidos en la Guerra de la Independencia, y que representaban, según Ceán Bermúdez, a los santos obispos Valero, Braulio, Prudencio y Eugenio.
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