Cristo crucificado
Clasificación
Historial
El cuadro fue realizado y entregado por Goya a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando el 5 de julio de 1780 con motivo de su nombramiento como académico ese mismo año. En 1785 el cuadro fue trasladado a la iglesia de San Francisco el Grande de Madrid donde permaneció hasta 1836, cuando fue incautado por la comisión de la Academia respondiendo a las medidas desamortizadoras y así pasó al convento de la Trinidad de Madrid convertido en Museo Nacional. Allí se mantuvo hasta que por Real Orden del 22 de marzo de 1872 ingresó en el Museo Nacional del Prado, entonces Museo Nacional de Pintura y Escultura.
Análisis artístico
Sobre fondo negro se presenta este cuerpo de Cristo crucificado de carne marmórea que Goya ha representado de forma netamente académica, tanto en la ejecución como en la anatomía, propia de una joven deidad. La pintura es todo un alarde técnico que, sin embargo, fue criticada por falta de sentido religioso y decoro ya que Goya dedicó toda su atención a las calidades pictóricas y al modelado de la figura ignorando el componente místico. Cierto es que no está presente el patetismo del hombre que va a expirar ni el cuerpo casi inerte que encontramos en otras representaciones de este asunto, al contrario, este Cristo parece no haber sufrido apenas rasguños, pero sí hay pasión en el rostro del crucificado que dirige su cabeza al cielo reclamando piedad y expresando un profundo sufrimiento. Beruete insiste en que la emoción concentrada en la cara, al no reflejarse nada en el resto del cuerpo, resulta de sentimiento forzado. El Cristo de Goya es una pieza de examen, como dice Sánchez Cantón, y no un cuadro de devoción, pues estaba destinado a la Academia, institución donde el neoclasicismo de Mengs había tenido muy buena acogida.
En lo alto de la cruz una inscripción en una cartela reza en hebreo, griego y latín la obligada frase "Jesús de Nazaret, rey de los judíos". Según Camón Aznar esta cartela no fue pintada por Goya sino que es un repinte realizado posteriormente. Se basa para esta suposición en que fue descubierto bajo la cartela un paño que pendía inclinado donde estaban las letras colocadas oblicuamente, ésta sí de la mano de Goya. Además, en un documento de 1816 en el que el pintor se dirige a la Academia con motivo del pago del retrato ecuestre de Fernando VII, Goya se refiere al Cristo crucificado y a su traslado a la iglesia franciscana, y añade que la obra estaba estropeada. Dado que el estado de conservación de la pintura era bueno, Camón relacionó el adjetivo "estropeado", a través del cual Goya expresaba sutilmente su enfado, con el repinte de la cartela supuestamente hecho en el momento del traslado a la iglesia.
Parece indudable que el modelo iconográfico tomado por Goya para realizar su Cristo fue el Crucificado de Mengs de Aranjuez (Madrid), de cuatro clavos sobre peana e inscripción en griego, latín y hebreo, del que existe un dibujo preparatorio en el Museo del Prado. Se dijo también que Goya tuvo en cuenta el Cristo de la iglesia de San Ginés, donde fue bautizado su nieto Mariano.
En el Museo de Santa Cruz de Toledo existe una copia que Gassier y Gudiol consideran réplica. Este último la data diez años después de la original. Otros estudiosos, como Camón, opinan que se trata de una copia pues la técnica es más débil, y se preguntan si no será otra copia como la que se conserva en la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País (Zaragoza), de la mano de Felipe Abas.
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