Fundación Goya en Aragón

Boceto para la obra presentada por Goya al concurso de la Accademia delle Belle Arti di Parma, convocado en 1770. Esta obra fue dada a conocer por José Manuel Arnaiz y Rogelio Buendía en 1984. En ese momento fue acogida con ciertas reservas dado su mal estado de conservación, tras la restauración anterior a la publicación. La existencia de dibujos y apuntes en el Cuaderno Italiano, confirman la paternidad del boceto, a cuyo estudio preparatorio le dedica Goya no menos de cuatro páginas. Por otra parte, Arnaiz y Buendía publican la imagen en detalle de la firma de Goya en el boceto.
Perteneció a una colección particular zaragozana para pasar después a la de Garmendia-Herrero, en Villafranca de Ordicia. En 1984 ingresó en una colección particular madrileña, hasta que en 1991 fue depositado por José Mª González García en el Museo de Zaragoza. Ese mismo año fue adquirido por el Gobierno de Aragón, en depósito en el Museo de Zaragoza.

El tema de la obra es Aníbal, general cartaginés, cruzando los Alpes y divisando Italia. Presenta algunas variantes con respecto a la obra definitiva. Parece que Goya tenía claro que quería colocar a Aníbal en el centro de la composición ya que eso no ha sido modificado ni en este ni en el otro boceto conservado, tampoco en los apuntes del Cuaderno italiano, donde sin embargo se advierte un cambio de orientación en la composición, que es vertical. Las medidas del lienzo que se debía presentar en el concurso eran impuestas por la Accademia, lo que seguramente llevó a Goya a virar la orientación.
La actitud del general cartaginés es la misma ya que sigue las pautas del bando del concurso. Su postura parece haberse inspirado en el Apolo del Belvedere, aunque con un contraposto más pronunciado. Detrás, un soldado a caballo porta un estandarte y un escudo que rodea la cabeza de Aníbal como si fuese un halo, elemento que desaparecerá en la versión final. Situados al fondo, el resto de los soldados descienden hacia el valle. En primer plano vemos la alegoría del río Po, y aparece una nueva figura de cabello rubio enfrentada a ésta. Dada la escasa definición del boceto no se puede plantear con seguridad de quién se trata. Arnaiz y Buendía hablan de un niño, mientras para Wilson se trataría de un bárbaro derrotado que alza la mirada hacia el héroe Aníbal. Manuela Mena lo identifica con la alegoría de los Alpes al conocer el segundo boceto, más acabado.
El colorido de este borrón es mucho más vivo que el que después empleará en la obra definitiva, que adquirirá un aspecto más bien irreal y atmosférico por la frialdad de los tonos.
La restauración de 1993 sacó a la luz la virtuosa técnica que Goya empleó en la ejecución de la obra, aunque las empastadas pinceladas han perdido irremediablemente su matérico relieve.

Más información sobre el concurso de Parma en Aníbal vencedor, que por primera vez miró Italia desde los Alpes.