El dos de mayo de 1808 (boceto 2)
Clasificación
Historial
Es boceto para el cuadro El dos de mayo de 1808. Fue dado a conocer por Desparmet Fitz-Gerald cuando la obra se encontraba en la colección madrileña de D. Lázaro Galdiano. Existe otro boceto para la misma obra en la colección Ibercaja de Zaragoza.
Gassier, Wilson y Ansón remiten a una nota escrita en la parte de atrás de una fotografía del boceto conservada en la Witt Library de Londres, donde consta el dato de que Goya regaló el boceto al diplomático y político liberal español Evaristo Pérez de Castro, a quién había retratado.
Según Desparmet, perteneció después a la antigua colección Rodríguez de Madrid y a la de Desparmet Fitz-Gerlad en París. Pasó a la de Lázaro Galdiano y después estuvo muchos años en paradero desconocido, hasta que se localizó en una colección particular de Madrid. Pasó a sus herederos, residentes en otra ciudad española. Se subastó en la sala Alcalá Subastas de Madrid en mayo de 2005, donde fue adquirido por un particular por los 200.000 euros del precio de salida.
Análisis artístico
El boceto se pintó sobre una tabla de madera de caoba irregular. Las medidas son muy aproximadas a las del otro boceto. La carestía de lienzo hizo que Goya pintase varias obras sobre tabla en los años de la guerra, como ocurrió precisamente con el otro borrón.
Observando ambos bocetos podemos ver la evolución de la idea que tenía Goya para la composición definitiva. En el primer boceto había fijado su interés en los personajes del primer plano, y aquí vuelve a recaer sobre ellos, estudiando sus gestos e introduciendo algunas variaciones respecto a los colores, atuendos o posiciones de los miembros. Además se ha sustituido ya en este boceto el mameluco de la derecha por el dragón de la Emperatriz. Los edificios del fondo se han convertido en planos casi abstractos donde no se intuyen vanos ni detalle de ningún tipo, aunque el chapitel recortado sobre el cielo está bastante definido y se aproxima más al de la versión definitiva.
Fundamental es el protagonismo que van cobrando los caballos a medida que nos acercamos a la pintura final. En el primer boceto se distinguía la cara de dos caballos, son tres en este segundo boceto y se convertirán en cuatro en el lienzo, al mostrar la montura del soldado de la Emperatriz. Igual que la crueldad e irracionalidad de los hombres va en aumento, también lo hace el terror de los animales ante el salvaje espectáculo al que han sido arrastrados.
Se han encontrado muchas coincidencias entre las posiciones de algunas figuras y las de la serie de Los desastres de la guerra, realizada antes de esta pareja de cuadros, por lo que se confirma que Goya reaprovechó modelos que ya había definido y que reflejaban a la perfección la brutalidad y el dramatismo que de nuevo aquí quiso mostrar.
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