Clasificación
X.24 (ángulo inferior izquierdo).
Historial
Durante la Guerra de la Independencia Goya realizó algunas obras a título personal. Entre ellas se encuentra este lienzo, además de Maja y celestina, El lazarillo de Tormes y probablemente El Tiempo o Las viejas.
El cuadro aparece en el inventario de la repartición de bienes que a la muerte de Josefa Bayeu se hizo entre Goya y su hijo Javier en 1812, bajo el apunte: Dos cuadros de unas jóvenes al balcon con el n.º veinte y cuatro en 400 [reales], siendo el otro el de Maja y celestina. Perteneció a Javier Goya, y a él se la adquirió en 1825 el barón Isidore-Justin-Séverin Taylor para el rey de Francia Louise Philippe I de Orleans. Así, estuvo en la Galerie Espagnole de Paris hasta que el monarca fue destronado, y se vendió después en Christie's de Londres en 1853, por 70 libras (lote nº 352). Estuvo en la galería Colnaghi, siendo adquirida por el duque de Montpensier, que la guardó en el palacio de San Telmo de Sevilla. Pasó a ser propiedad del príncipe Antonio de Orleans, hijo del anterior propietario, en Sanlúcar de Barrameda, y en 1911 a la colección de Durand Ruel, en París. Fue adquirido por un antepasado del actual propietario.
Análisis artístico
En esta atractiva pintura, dos bellas mujeres están sentadas en un balcón, apoyadas en la barandilla férrea. Llevan suntuosos vestidos de tonalidades negras, blancas y doradas. Se cubren la cabeza con mantilla, negra y blanca, respectivamente. Las calidades de los bordados y del encaje están ejecutadas de manera soberbia, y resulta especialmente agraciado el detalle de la mantilla negra que cubre la frente y los ojos de la muchacha de la izquierda, dejando que se transparenten. Están cuchicheando entre ellas mientras dirigen su mirada al mismo punto, al espectador. Detrás de sus hermosas figuras se disponen dos hombres de amenazante presencia, cubiertos con capa y chambergo negros.
El tema de la obra, que claramente hace referencia a asuntos de género y costumbre tan preciados por Goya, no está del todo claro, a falta de documentos que avalen una hipótesis u otra. Las majas bien podrían ser prostitutas, acompañadas por sus proxenetas, que salen a provocar al balcón para atraer a la clientela. Por otra parte, aunque el atuendo que llevan es más propio de las gentes populares, podría tratarse de dos mujeres de clase alta camufladas en esos trajes de maja, pero bien protegidas por la altura del balcón y los maromos, que se divierten contemplando al pueblo llano. El artista solía tratar estos asuntos con sarcasmo, criticando la sociedad de su tiempo. Esto ya lo había hecho en Los Caprichos, por eso resulta curioso que vuelva sobre lo mismo. Quizás quiso hacer notar que, a pesar de la guerra, algunos aspectos de la vida seguían desarrollándose con normalidad.
Esta bella composición, para la que se ha sugerido que Goya se fijara en Dos mujeres en una ventana (National Gallery of Art, Washington) de Murillo, inspiró a Manet para su obra de 1868-1869 El balcón. Además, existe una segunda versión atribuida a Goya, aunque no aceptada por todos los estudiosos.
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