José Duaso y Latre
Clasificación
D. Jose Duaso / por Goya de 78 años (abajo a la derecha).
Historial
Con el fin del Trienio Liberal y tras el paso de los Cien Mil Hijos de San Luis por España, quedó reinstaurado el absolutismo fernandino a finales de agosto de 1823. Ya en enero de 1824 se dictaron los decretos con los que se iniciaban las represalias contra los liberales. Para entonces Goya ya había cambiado las escrituras de su Quinta del Sordo, dejándola a su nieto Mariano. Tras los mencionados decretos buscó refugio en casa de su amigo y vecino José Duaso y Latre, a quien retrató como agradecimiento.
Según la inscripción del lienzo, que es autógrafa, Goya pintó el retrato a la edad de 78 años, que cumplió el 30 de marzo de 1824. El 2 de mayo de ese mismo año solicitó el permiso real para ausentarse de la Corte y viajar a Francia a tomar las aguas de Plombières, por lo que Sánchez Cantón supuso que el pintor haría el retrato en el mes de abril de 1824.
Fue este autor quien dio con el retrato en 1954. Estaba en la casa de la familia Rodríguez Bavé, en Madrid, quienes habían sido parientes del retratado. Al cabo de unos años pasó al Museo de Bellas Artes de Sevilla.
Análisis artístico
D. José Duaso y Latre (Campol del Valle de Solana, Huesca, 1775 - Madrid, 1849) fue un erudito, estudió Filosofía, Derecho y Matemáticas. Se ordenó sacerdote en 1799. Fue Vicario General del ejército de Castilla, Asturias y Galicia durante la Guerra de la Independencia. Salvó las joyas y la plata del Palacio Real del saqueo de los franceses y por ello fue nombrado Caballero de la Real Orden de Carlos III. En 1813 fue nombrado diputado en Aragón. Era un buen conocedor de asuntos políticos y económicos y llegó a ser bibliotecario de la Real Academia Española. En 1824 fue nombrado director del Museo de Ciencias y en 1826, Juez de la Real Capilla y Teniente General castrense, cargos ambos que ocupará hasta su fallecimiento. En su casa acogió y ayudó a muchos compañeros que fueron buscados por liberales.
El retrato es de medio cuerpo, menor que el natural, vestido con sotana negra y tocado con solideo. Sobre el atuendo se distinguen las insignias de la Orden de Carlos III. Sujeta con su mano izquierda un breviario que está leyendo. El rostro denota concentración en la lectura y sus facciones son muy realistas. La composición es sobria, se limita a lo esencial para mostrar la personalidad afable del retratado. Es la línea que Goya seguirá en sus últimos retratos, cada vez más despojados de elementos anecdóticos. Es posible que los últimos años de la vida de Goya cargados de angustia por las represalias se tradujesen en una manera de pintar más breve y expresiva.
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