Clasificación
Historial
El décimo duque de Osuna encargó este retrato a Goya en 1816. Se pintó en agosto de ese año y el 17 de noviembre Goya facturó la cantidad de 10.000 reales, que no recibió hasta el 26 de abril de 1817 por medio de los interventores de la hacienda del duque, debido a la mala situación económica que éste atravesaba.
El retrato permaneció en poder de los Osuna hasta el duodécimo duque. Se puso entonces a la venta cuando la quiebra de la casa ducal, y fue adquirido por León Bonnat para su colección personal, que dio paso al Musée Bonnat de Bayonne.
Análisis artístico
Francisco de Borja Téllez y Girón (Madrid, 1785 - Pozuelo de Alarcón, Madrid, 1820) fue X duque de Osuna y Grande de España de primera clase. Era hijo del IX duque de Osuna y la condesa-duquesa de Benavente, fieles mecenas de Goya desde que en 1788 realizó el retrato familiar Los duques de Osuna y sus hijos. En 1807, habiendo ya heredado el título de duque de Osuna, acompañó a Fernando VII y a Godoy a la entrevista con Napoleón en Bayona. La situación económica de la familia se había visto perjudicada debido a las pérdidas de la Sociedad de Giro y Comercio que había fundado su padre. Durante la guerra se fue con su familia a Cádiz donde apoyó la Constitución. Al regreso de Fernando VII fue retirado de sus servicios y negado en los permisos que solicitaba para retirarse fuera de Madrid, ya que su salud se había resentido desde el fin de la guerra. Por fin pudo ir a Pozuelo de Alarcón, donde falleció.
Es éste el último retrato aristocrático que realizó Francisco de Goya, junto con el de la hermana del modelo, La duquesa de Abrantes. Como es habitual, el pintor ha reflejado la personalidad y el estado anímico del retratado. Encontramos al duque visto de cuerpo entero y desde un punto de vista bajo, lo que contribuye a engrandecer su figura. Detrás de él, situado en un plano jerárquicamente inferior, su fiel lacayo le trae el caballo. El duque está apoyado sobre una roca donde ha dejado su sombrero. En un guiño al retrato familiar de 1788, donde Goya lo pintó jugando como si montara a caballo, lleva aquí la ropa de montar, y con su mano izquierda juguetea inconscientemente con la fusta. Con la derecha sostiene una carta a la que dedica toda su atención. Sin conocer su contenido, se puede deducir que no son buenas noticias debido al rostro triste y resignado del duque, enmarcado bajo el peinado a la moda de su pelo rubio.
Los colores son grisáceos, incluso el amarillo de los pantalones y los guantes aparece apagado. Al fondo, enmarcando al retratado, encontramos un paisaje cubierto de un cielo plomizo y tormentoso, dotando al retrato de un fuerte carácter romántico muy en sintonía con los ánimos del X duque de Osuna, a quien Goya dedicó toda su maestría de pincel, como exigía su condición.
Existe un dibujo preparatorio en el Museo Nacional del Prado y un supuesto boceto, hoy destruido, que estaba en la Kunsthalle de Bremen.
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