Clasificación
Retrato del Serenísimo / Señor Ynfante Don Luis Antonio / Jayme de Borbón / Que de 9 a 12 de la mañana día 11 de sept / del año de 1783 / hacía don Francisco de Goya (en un cartón pegado en el reverso del lienzo).
[Retrato del Serenísimo Señor Infante Don Luis Antonio Jaime de Borbón que de 9 a 12 de la mañana día 11 de septiembre del año 1783 hacía don Francisco de Goya].
Historial
Pintado para el Infante don Luis. La obra procede de Boadilla del Monte (Madrid) y perteneció a los descendientes de la retratada, los condes de Chinchón, de donde pasó por herencia familiar a los duques de Sueca.
Análisis artístico
El Infante Don Luis de Borbón, (1727-1785), nació en el palacio del Buen Retiro de Madrid y era el menor de los hijos varones de Felipe V y su segunda esposa Isabel de Farnesio. Recibió una esmerada formación heredando de su madre el gusto por las artes y rodeándose durante su vida de personajes ilustres. A los ocho años fue promovido a las dignidades de cardenal y arzobispo de Toledo y Sevilla, a las que renunció tras la muerte de su madre por falta de vocación. Contrajo matrimonio morganático en 1776 con la zaragozana María Teresa de Vallabriga y Rozas, y de este enlace nacieron María Teresa de Borbón y Vallabriga, futura condesa de Chinchón, Luis María, que se convertiría en cardenal-arzobispo de Toledo, María Luisa y Antonio María, que murió a edad temprana.
Al igual que el retrato de su esposa, con el que hace pareja, fue realizado por Goya en el verano de 1783, en el primero de los viajes que Goya realizó a Arenas de San Pedro (Ávila), lugar habitual de residencia de la familia, y ambos son estudios preparatorios para el gran lienzo de La Familia del Infante don Luis conservado en la Fundación Magnani-Rocca de Corte de Mariano (Parma, Italia).
El personaje aparece de busto y de perfil, recortado sobre un fondo oscuro, y viste casaca y camisa blanca con chorrera de encaje y hebilla sobre la que destaca la banda azul de la orden de Carlos III y debajo la roja del Toisón de Oro. Lleva recogido el pelo en una pequeña coleta atada con un lazo azul oscuro casi inapreciable que se confunde con el fondo. Se puede advertir el tono azul intenso del único ojo que vemos del infante, al que Goya intentó dotar de una cierta transparencia para su perfecta caracterización. En el rostro sonrosado se aprecian los efectos de la edad, así como la personalidad blanda y espiritual del retratado.
La pincelada rápida y suelta hace plausible que Goya ejecutara esta obra en muy poco tiempo, tal como figura en la inscripción.
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