Corrida de toros
Clasificación
Historial
Véase Casa de locos.
Análisis artístico
Ver el comentario de la serie completa en Casa de locos.
Esta escena de fiesta popular, aparentemente un simple cuadrito de género con fines recreativos, sería una nueva representación de la locura, lo que parece ser el leitmotiv de este conjunto pictórico. Aunque Goya fue un gran aficionado a los toros, como demuestran las numerosas composiciones taurinas de variada técnica que encontramos a lo largo de su trayectoria artística, eran sonados los excesos que se cometían en este tipo de fiestas a las que acudía toda clase de público. De hecho, ya desde la época de Felipe V en adelante fueron varios los decretos reales que, motivados por el pensamiento ilustrado, prohibieron la matanza del toro o incluso el espectáculo en sí. Pero los vetos oficiales fueron ignorados y todo tipo de gente, clérigos, jóvenes, mayores, majos, etc. siguieron asistiendo en masa al espectáculo que se celebraba en todos los puntos de España y de la Nueva España. Con maderas improvisaban el cercado en una plaza y se amontonaban alrededor.
Y eso es precisamente lo que Goya pintó aquí. Al fondo de la imagen, realizadas en tonalidades grisáceas como confundiéndose con el aire, y con pinceladas ligeras de materia, se dispone una hilera de casas que sugieren la ubicación de esta corrida de toros en una población. El cercado de madera que separa a los asistentes del ruedo es perfectamente visible, aunque en la parte más lejana al espectador se convierte en una vaga mancha indefinida, como las casas y como el público de esa parte de la composición. Recorriendo la valla con la mirada podemos ir distinguiendo a la gente que disfruta de la lidia, figuras ordenadas a un lado y al otro de un hombre que está sentado de espaldas, estableciendo el eje central. En el medio del cercado el picador se dispone a picar al toro bravo, evidentemente tenso y en alerta. Además se disponen algunos toreros y al fondo, totalmente abocetado, otro picador.
Detrás de un muchacho sentado en el ángulo inferior derecho, cuyo cuerpo deja ver perfectamente la preparación rojiza de la tabla, una mujer está mirando al espectador con los ojos muy abiertos. Su rostro refleja el horror del espectáculo al que asiste, siendo la única consciente de la brutalidad de la fiesta taurina y de la enajenación popular.
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