Clasificación
Historial
En 1786 la condesa-duquesa de Benavente y duquesa de Osuna encargó a Goya la realización de una serie de pinturas de temática campestre y popular para su gabinete de "El Capricho", el palacete que ordenó construir en 1783 en los alrededores de Madrid, conocidos como la Alameda de Osuna. El conjunto de cuadritos lo forman, junto con éste, El columpio, La caída, Asalto a una diligencia, Procesión de aldea, La conducción de una piedra y Apartado de toros.
Las siete pinturas fueron entregadas el 22 de abril de 1787 junto con un retrato de los tres hijos de los Osuna, ahora perdido. Goya presentó su factura el 12 de mayo del mismo año, que ascendía a un total de veintidós mil reales. En ella especificaba el precio de cada cuadrito y adjuntaba una breve descripción. El que nos ocupa costó dos mil reales.
Cuando la casa ducal quebró en 1896 estos cuadros se pusieron a la venta. Algunos, concretamente La cucaña, El columpio, La caída y Asalto a una diligencia, fueron adquiridos por Felipe Falcó y Osorio, VIII duque de Montellano, para su colección madrileña.
La cucaña fue de nuevo adquirida en 1965 para la colección Várez Fisa y desde octubre de 2015 pasó a formar parte de la Colección Abelló (fuente: Colección Abelló)
Análisis artístico
Esta serie de pinturas recuerda por su aspecto a algunos de los cartones para tapices que pintó Goya de temática similar, como la serie destinada a decorar el comedor de los príncipes de Asturias en el palacio de El Pardo. Las escenas que la componen son, en su mayoría, amables y divertidas; situaciones que los propietarios de los cuadros podían vivir en su palacete de recreo. Sin embargo, dos de las pinturas, Asalto a una diligencia y La caída, aunque mantienen el escenario rural, representan temas bastante menos agradables, incluso dramáticos, en los que Goya aprovechó para hablar de los problemas de su tiempo, como en otras ocasiones haría.
La descripción de La cucaña en la factura de Goya decía: "6.º Otro cuadro que representa un Mayo, como en la plaza de un lugar con unos muchachos que van subiendo por él, a ganar un premio de pollos y roscas, que está pendiente en la pinta de él, y varias gentes que están mirando, con su campo correspondiente". Este es el cuadro de formato más estrecho y la composición, dominada por la acentuada verticalidad de la cucaña, se adapta a la perfección. El palo nace en la parte inferior izquierda de la pintura y se eleva hasta alcanzar el ángulo superior derecho, estrechándose y combándose por el peso de los niños que trepan por él para alcanzar el premio decorado con un lazo rojo. En suelo firme un grupo de personas asiste al juego. Unos hombres ayudan a subir a los valientes mientras que una mujer caracterizada como campesina, a la derecha, expresa su intranquilidad con un gesto de preocupación. Se adivina también la presencia de una dama de clase alta, vestida con corpiño añil y falda dorada, semioculta tras los hombres. El fondo de la escena lo componen la casa de labranza a la derecha y el propio palacete neoclásico de los Osuna, a la izquierda, rodeado por la frondosa arboleda.
Goya ha reflejado las diversas actitudes individualizándolas en cada figura, dotando a la escena de un aire naturalista. A pesar de la diversión que se representa en esta imagen, se ha señalado la posibilidad de que Goya quisiese hacer notar las penurias que los campesinos atravesaban, tal y como refleja el carro de heno vacío, junto a la casa de labranza, y la necesidad que tenían de llevar a cabo este tipo de juegos tan peligrosos para alcanzar el pan y los pollos.
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