Clasificación
Historial
Fue pintado durante la estancia de Goya en Cádiz y donado a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en enero de 1794.
Procede de la colección de Francisco Bayeu, de donde pasó a ser propiedad de Leonardo Chopinot. De ahí recaló en la colección de Ceán Bermúdez y, más tarde, se convirtió en propiedad de Paul Léfort.
Análisis artístico
Goya en 1792, cuando trabajaba para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara, abandonó Madrid para pasar una temporada en la residencia gaditana de su amigo el ilustrado Sebastián Martínez y Pérez (1747-1800). Éste era un coleccionista de grabado y pintura y poseedor de una importante biblioteca, al que Goya retrató (1792, Metropolitan Museum of Art, Nueva York). Una vez en Cádiz el pintor aragonés advirtió los síntomas de una enfermedad que desconocemos y que pudo haber contraído en Sevilla que le dejó como secuela una sordera profunda y permanente.
Goya, que permaneció en Cádiz hasta 1793, se dedicó durante su convalecencia a pintar cuadros de pequeño formato, obras no comisionadas en las que podía dar rienda suelta a su imaginación con total libertad. Son pinturas en las que, como el propio Goya señala en una carta a Bernardo de Iriarte, pudo permitirse "hacer observaciones a que regularmente no dan lugar las obras encargadas, en que el capricho y la invención no tienen ensanche".
Este conjunto de cuadros realizados durante la permanencia de Goya en Cádiz fueron presentados en enero de 1794 a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de la que era desde 1785 teniente director de pintura, quizá con el objeto de justificar que había trabajado durante ese tiempo y demostrar, de esa manera, que no había perdido sus capacidades.
Goya no fue el único artista que representó la fiesta de los toros en aquella época ya que existen dos relevantes precedentes para sus óleos y para la serie de grabados de La tauromaquia. Uno de ellos es el trabajo de Antonio Carnicero (Salamanca, 1748 -Madrid, 1814) que consiste en dos series de grabados sobre los toros que se sitúan entre los años 1787 y 1790 (Colección de las principales suertes de una corrida de toros). El segundo es un conjunto de ilustraciones anónimas realizadas para la edición de 1804 de La tauromaquia o el arte de torear á caballo y á pie.
En la obra que aquí nos ocupa el aragonés ha pintado un grupo de toros en un campo, uno de ellos tumbado en primer término, probablemente a la espera de ser enviados a la plaza por unos hombres a caballo que se hallan en el fondo de la escena. Otras personas situadas a la izquierda observan el desarrollo de los hechos.
Goya se detiene con una mayor minuciosidad en los toros, mientras que su pintura se vuelve más suelta para captar a la muchedumbre, que aparece desdibujada. De esta manera nada roba a los animales el protagonismo que tienen dentro del cuadro. La mitad superior de la pintura está ocupada por el cielo en cuya parte central se colocan las nubes.
Goya manifestó a lo largo de su vida una gran afición por los toros a los que dedicó, entre otras obras, su serie de grabados La tauromaquia, integrada por 33 imágenes que se publicaron en 1816.
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