Clasificación
Historial
Este lienzo fue un encargo de los duques de Osuna para decorar su casa de campo. Más tarde estuvo en posesión del duque de Tovar adquiriéndolo después de 1928 José Lázaro Galdiano.
Análisis artístico
En el centro de la escena, que tiene lugar a la luz de la luna, se está llevando a cabo un ritual de brujería. El diablo, en forma de macho cabrío y tocado con unas hojas de vid que aluden a la iconografía de Baco, preside un círculo formado por brujas. Ante él una mujer le ofrece a un recién nacido al tiempo que una anciana tiende en sus brazos a un niño esquelético. De espaldas al macho cabrío otra mujer sostiene sobre su hombro una vara de la que penden fetos humanos. En segundo plano, aunque individualizado mediante un halo de luz, se distingue un grupo de figuras femeninas cubiertas con túnicas blancas sobre cuyas cabezas vuelan murciélagos.
Es probable que el punto de partida para este cuadro de Goya fuese la lectura del texto con anotaciones humorísticas que Leandro Fernández de Moratín hizo en 1812 sobre el Auto de Fe de Logroño (1610), texto que se encontraba en la biblioteca de los duques de Osuna según revela el inventario que se realizó de ella en 1823. En esta obra se narra cómo dos mujeres envenenaron a sus hijos para satisfacer la petición del demonio. Además en el cuadro de Goya se recoge la visión popular que en aquella época se tenía de las brujas acusadas de chupar la sangre de los niños que quedaban tan debilitados que poco se podía hacer por su salud.
Este lienzo, que critica abiertamente la superchería y la ignorancia, se puede relacionar con algunos grabados de idéntico objetivo pertenecientes a la serie de Los Caprichos: el nº 47, Obsequió á el maestro y el nº 60, Ensayos, en los que también aparecen fetos humanos y el macho cabrío.
La figura femenina recostada de espaldas al espectador en el primer término, que esconde bajo su manto la cabeza de un niño del que únicamente podemos ver sus piernas, tiene mucho que ver con el dibujo de la página 6r del Cuaderno italiano (1771-1793, Museo Nacional del Prado, Madrid). Esta última es una ejercitación de panneggio de un personaje completamente cubierto que, contemporáneamente, manifiesta la influencia de Salvator Rosa (Nápoles, 1615-Roma, 1673). Las obras de este pintor, que también aborda con frecuencia los temas de la magia y lo sobrenatural, pudieron ser conocidas para Goya durante su estancia en Italia (1769-1771).
Para más información ver Vuelo de brujas.
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