Corral de locos
Clasificación
Historial
Esta obra perteneció al Conde de Quinto que la vendió en el año 1862. Pasó después por diferentes colecciones: E.G. de Knyff, Edmond Picard de Bruselas y colección privada de París.
Fue comprado por Algur H. Meadows quien lo donó al museo norteamericano en el que actualmente se encuentra desde 1967.
Análisis artístico
El cuadro fue identificado en 1967 gracias a su descripción en una carta que Goya mandó a Bernardo de Iriarte del 7 de enero de 1794: "(...) un corral de locos, y dos que están luchando desnudos con el que los cuida cascándoles, y otros con los sacos (es asunto que he presenciado en Zaragoza)". Se trataría de una de las obras que Goya pintó durante su estancia en Cádiz en casa de su amigo el ilustrado Sebastián Martínez, ver Toros en la dehesa.
En un patio abierto, que podría ser el departamento de dementes del hospital de Nuestra Señora Gracia de Zaragoza, Goya ha pintado un grupo de enfermos mentales. En el centro de la composición dos de ellos pelean desnudos, como si fueran dos luchadores grecorromanos que parecen sacados de una obra clásica, mientras el cuidador les azota con una fusta. Otros, vestidos con unas maltrechas túnicas blancas que Goya en su carta denomina "sacos" les jalean. El personaje que se encuentra a la izquierda de pie con los brazos cruzados mira directamente al espectador con gesto de horror mientras el que está sentado a la derecha con un sombrero hace una mueca sarcástica. A la derecha, de cara a la pared, un personaje en pie viste una librea, uniforme de color verde y marrón que llevaban los pacientes menos conflictivos.
La luz que ilumina la parte alta de la escena y la que entra por la ventana con rejas que se encuentra al fondo del cuadro desdibuja los contornos, produce una visión unitaria del espacio y elimina el ángulo en que se unen los dos muros del patio. Este espacio tenebroso e indefinido en el que se encuentran los enfermos mentales parece una alusión a la condición en que éstos se hallan, a las tinieblas de su escasa capacidad para comprender o razonar.
Goya testimonia, gracias a su propia experiencia personal, ya que indica que ha visto la escena, la lamentable situación en que se encontraban los enfermos mentales. Además indaga sobre el tema de la locura y de la irracionalidad, cuestiones que podría haberse planteado a raíz de la sordera y que seguirán siendo objeto de interés para los pintores románticos, tal y como demuestra La loca (1822-1828, Musée des Beaux-Arts, Lyon) de Théodore Géricault (Rouan, 1791- París, 1821).
Para más información ver Los cómicos ambulantes.
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