Incendio de un hospital
Clasificación
X.28 (en el ángulo inferior izquierdo).
Historial
Procede de la donación del doctor Carlos Alberto, del ingeniero Arturo y de Eduardo Acevedo en memoria de su hermano Horacio en 1958.
Análisis artístico
Gracias a la sigla X.28 que aparece en este lienzo ha sido posible identificar y atribuir esta obra junto a otras tres más: Escena de bandidos, Fiesta popular y El huracán. Estos cuatro cuadros serían los que, en el inventario redactado en 1812 a raíz de la muerte de Josefa Bayeu, aparecen indicados con el número 28: "Cuatro cuadros de otros asuntos con el núm. 28 en sesenta reales".
En primer término un grupo de personas huye despavorido de las llamas de un edificio. Una mujer desvanecida o quizá asfixiada es conducida en una camilla por un grupo de hombres.
Este cuadro está muy próximo temática y formalmente a la obra Incendio, también conocida como Incendio en la noche, que Goya realizó entre 1793 y 1794. En ambos casos las personas huyen agolpándose en un ambiente de confusión y, en el centro de los dos cuadros, el pintor ha creado un área cromática luminosa que es el incendio y que ocupa buena parte del espacio. Ambas comparten también la presencia de un cuerpo inerte que está siendo transportado y que se puede relacionar con el cuerpo tendido sobre las rocas del Un naufragio. Sin embargo en Incendio en un hospital, Goya manifiesta una mayor tendencia hacia la abstracción, la pincelada es más suelta y el ambiente en que está desarrollándose el incendio resulta aún más indefinido que en el cuadro que el aragonés ejecutó durante su estancia en Cádiz. La figura humana parece tener una menor relevancia y se desperdiga sobre la superficie del lienzo; este recurso podría aludir a la falta de cohesión o de solidaridad entre quienes sufren la desafortunada situación.
El cuadro del Museo de Bellas Artes de Buenos Aires ha de ser interpretado desde el interés que Goya manifestó por el tema de la catástrofe. Es probable que parte de este interés tenga que ver con el hecho de que el pintor aragonés llegase a conocer el texto de Edmund Burke (Dublín, 1729- Beaconsfield, 1797) sobre lo sublime que fue publicado en 1757 (Indagación filosófica sobre el origen de nuestras ideas acerca de lo sublime y bello). Burke apunta que, cuanto más se aproxime la representación de la catástrofe al hecho real, más perfecto será su poder. Precisamente en ese realismo que el pintor no elude radica la capacidad de la obra para suscitar en el espectador una mezcla de terror y morbosa curiosidad.
Es posible que Goya hubiese tenido conocimiento del incendio que destruyó el Teatro de Comedias del Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza en 1778. Este lugar, en el que se representaban diversos espectáculos, nació en el siglo XVI como una manera de financiar el hospital con las recaudaciones de las representaciones que tenían lugar en él.
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