Fundación Goya en Aragón

Su primer propietario fue Javier Goya quien la vendió en Madrid a Eustaquio López, tras éste la obra pasó por la Colección Ferrandiz, Madrid, la Colección Cherfils, Biarritz, la Colección Ivan Stchoukine, París, la Colección Marcell Nemes, Budapest, la Coleccion M. Bousquet, París y la Colección Mor Lipot Herzog, Budapest. De éste último pasa a su hijo el Baron András Herzog de Csepel, hasta que en 1944 el ejercito nazi invade Hungría y requisa todas las obras de arte de las familias judías.
En 1945 la obra es recuperada por el ejército ruso y llevada al Centro de Restauración Grabar. Finalmente desde 1995 la obra se encuentra en su ubicación actual el Museo Pushkin de Moscú.

Un grupo de personajes disfrazados parecen salir de una cueva situada a la izquierda en la que habrían comenzado a celebrar una fiesta de carnaval. El ambiente es bullicioso y alegre, tal y como se desprende de los gestos animados y excesivos de quienes festejan. Al fondo, Goya ha pintado arquitecturas encaramadas en las rocas que recuerdan de manera evidente al cuadro Ciudad encima de una roca.
El tema del carnaval fue representado por Goya en diversas ocasiones. Se trata de una fiesta en la que las personas tienen licencia para convertirse en quienes no son y para pasar de una clase social a otra, lo que permite una reflexión sobre las apariencias. El disfraz y la máscara rompen los límites sociales y conceden al individuo una libertad para comportarse y para relacionarse de la que, en muchos casos, carecen. Esta idea, aunque llevada al exceso, fue propuesta por el pintor aragonés en el Capricho nº 6 titulado Nadie se conoce.
La pincelada ligera y pastosa de esta obra recuerda a cuadros como El huracán en que Goya, tal y como apuntaba su nieto Mariano, había trabajado con cañas abiertas como si de una espátula se tratase.