San Gregorio Magno
Clasificación
Historial
La realización de estas pechinas se enmarca en el contexto de ampliación arquitectónica y renovación decorativa de la iglesia de los jesuitas de Calatayud, puesta bajo la advocación de Nuestra Señora del Pilar, que se llevó a cabo entre 1747 y 1767 gracias fundamentalmente a las rentas obtenidas del legado testamentario de Joseph Ximeno, beneficiado de la iglesia de Ateca (Zaragoza), y de algunas aportaciones de particulares.
Por las cuentas del legado sabemos que el encargo se le hizo a finales de 1762 a un pintor de Zaragoza apodado el Lancetero (que puede identificarse con Francisco Bayeu), si bien los preparativos para ejecutar las pechinas se dilataron hasta 1766. Dado que Bayeu hubo de desplazarse a Madrid en 1763 para trabajar a las órdenes de Mengs, algunos especialistas han establecido la hipótesis de que traspasara el encargo a su discípulo Francisco de Goya, quien pintaría las pechinas hacia 1766, poco antes de la expulsión de los jesuitas en abril de 1767, aprovechando para ello unos bocetos hechos por aquél, en lo que sería su primer encargo de entidad. Esa estancia bilbilitana de Goya se ha hecho coincidir también con una supuesta huida de Zaragoza provocada por la intervención del artista en el motín del pan o de los broqueleros.
No existe, sin embargo, ninguna prueba concluyente sobre la autoría de las pinturas, ni siquiera sobre la cronología que tradicionalmente se les adjudica.
La atribución a Goya fue establecida en 1984 por José M. Arnaiz y Rogelio Buendía y desde entonces ha sido generalmente aceptada por la historiografía.
Análisis artístico
En las pechinas de Calatayud y a diferencia de lo que sucede en otras series similares también atribuidas a Goya (Muel y Remolinos) han sido representados con los cuatro Padres de la Iglesia Occidental acompañados de sus atributos hagiográficos e iconográficos habituales con gran rigor: San Gregorio Magno aparece con la tiara y la cruz de triple travesaño propias de los papas y escribiendo un libro inspirado por el Espíritu Santo, que aparece a su lado en forma de paloma; San Ambrosio se presenta vestido de pontifical, con mitra y báculo de obispo, en actitud de leer un libro sostenido por un angelito; San Jerónimo, barbado y calvo, viste hábitos cardenalicios y se dispone a escribir con una pluma sobre un libro, acompañado del león que se sitúa a sus pies; y San Agustín, también con hábitos episcopales, ofrece un rostro extasiado y extiende sus brazos sujetando un corazón llameante en la mano izquierda.
Las cuatro figuras se sitúan sobre nubes que desbordan el marco arquitectónico, ante un fondo azul oscuro. Estas pinturas presentan en su conjunto y a pesar de su restauración un aspecto algo sucio debido seguramente al trepado de la preparación de betunes o asfaltos aplicada a la tablazón. Presentan trazos duros con perfiles muy definidos, luces aplicadas de manera efectista en las aristas y colores en gamas frías. La técnica empleada muestra rasgos de abocetamiento, con amplios y vigorosos brochazos no siempre aplicados con criterio.
San Gregorio Magno aparece sentado sobre un trono de nubes, vestido con amplia capa en tonos dorados, tocado con la tiara y la cruz papales, en ademán de escribir con una pluma sobre un gran libro que sostiene con la mano izquierda, bajo la inspiración divina del Espíritu Santo, que aparece junto a su cabeza en forma de paloma. Un angelito situado a su izquierda sostiene la cruz de triple travesaño.
Esta pechina ocupa el ángulo del lado del Evangelio más cercano al presbiterio.
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Conservación-restauraciones
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