Dos viejos comiendo
Clasificación
Historial
Veáse La Leocadia.
Análisis artístico
Hay controversia acerca de cuál era el lugar que ocupaba esta pintura en la Quinta del Sordo. Mientras unos autores, como Sánchez Cantón o Müller, la sitúan en la planta primera, la mayoría cree que se encontraba en la planta baja, pero aún así no hay unanimidad sobre su posición en dicha planta.
Su tamaño y forma, menor que el del resto de la serie, indican que fue pintada como sobrepuerta de la puerta de entrada, pero se desconoce si se dispondría fuera o dentro de la habitación. Para Nordström serviría de pintura introductoria al conjunto, y como Yriarte sólo comenta que solo había seis en la planta baja, la sitúa fuera de la habitación. Por otro lado, Gassier y Wilson, basándose en el inventario de Brugada, la ubican dentro.
La escena que se representa es la de dos viejos comiendo sopas. Solo uno de ellos, el que sujeta la cuchara, está en actitud de comer. El aspecto de este personaje es extraño, no está claro si se trata de un hombre o de una mujer. La figura que lo acompaña tiene un semblante cadavérico, como si fuera la muerte. El viejo o vieja mira hacia un lado y señala con un dedo en esa misma dirección pero se desconoce con qué intención, mientras que el otro personaje posee unos papeles, tal vez una lista, y parece que le susurra algo al anciano.
Las interpretaciones son diversas. Nordström cree que la figura de la derecha es la muerte que lleva el listado de almas que se llevará al más allá. Asimismo, se relacionaría con Saturno devorando a un hijo puesto que Saturno se vincula con la vejez y la muerte. Comentarios de todo tipo se han hecho sobre esta pintura, desde la relación con la picaresca española hasta la vinculación con el pecado de la gula.
Otro problema es el de la identificación del sexo de los personajes, puesto que Brugada e Yriarte los creyeron mujeres. Esta confusión puede ir sujeta a la restauración de Martínez Cubells, ya que los últimos análisis radiológicos parecen indicar que hizo algún cambio en la expresión y que le puso una capucha sobre la cabeza al personaje de la izquierda, aunque Müller afirma que en la copia que Eduardo Gimeno hizo de este cuadro en 1869 ya aparecía.
Es una composición muy simple y escueta, casi un esbozo. Sobre un fondo negro simplemente se han dado unas pinceladas de ocre, dejando sin cubrir los ojos, la boca y zonas oscuras. Es una pintura muy matérica, lo que intensifica el componente expresionista.
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