Clasificación
Historial
Veáse La Leocadia.
Análisis artístico
Tradicionalmente se había considerado que esta pintura se situaba enfrente de La Leocadia, en el muro corto opuesto de la planta baja de la Quinta del Sordo, pero Glendinning aporta una nueva teoría sobre su ubicación. Según las fotografías que se tomaron antes de ser arrancada la pintura de las paredes, revelan una luz, posiblemente procedente de una ventana, que ilumina el marco con más intensidad a la derecha, lo que apunta que debía de situarse a este lado de la habitación y, por lo tanto, enfrente de Dos viejos.
Goya representó el tema mitológico de Saturno, dios del tiempo, que devoraba a los hijos que iba teniendo con su esposa, según nacían; hasta que ésta impidió que matara al último de ellos, Zeus, quien, ya adulto, acabó con su padre logrando que vomitara a sus hermanos. La pintura nos muestra el terrible momento en que desgarra y engulle a uno de sus hijos. Parece traspasarlo con la fuerza de sus manos, como demuestra la sangre entre sus dedos.
La imagen iconográfica recuerda al Saturno devorando a su hijo de Rubens, aunque hay diferencias entre las dos pinturas. Rubens se muestra más respetuoso con la tradición iconográfica del personaje mientras que Goya se centra en lo cruel y truculento.
Para Nordström este cuadro es el punto de partida para entender la intención iconográfica de la sala, en tanto que Saturno, dios de la melancolía, simbolizaría el estado de ánimo de Goya a que le habría abocado su ancianidad y la enfermedad sufrida en 1819. Otra afinidad con Saturno sería la condición de estar Goya marcado por su signo en cuanto artista creador.
Se trata de una pintura muy simple, que casi raya la abstracción, en la que destaca el intenso expresionismo de la cabeza de Saturno. Posee una gran calidad plástica con fuertes y vigorosas pinceladas, bajo las que se esconde un dibujo perfecto, como indica Gudiol. Es una pintura de contrastes ya que la figura del dios sobresale de un espacio oscuro y neutro, casi irreal. Los rojos de la sangre destacan sobre los negros y grises, logrando un efecto pavoroso.
El expresionismo que Goya formula en esta pintura servirá de inspiración a artistas contemporáneos. El modo de deformar los cuerpos y los gestos de las figuras, como si fueran bestias, influirá en pintores del siglo XX como Solana o Francis Bacon.
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