Dos gatos riñendo sobre una pared
Clasificación
Historial
Esta pieza forma parte de la serie Las cuatro estaciones que Goya realizó para decorar la pieza de conversación del rey en el palacio de El Pardo. La serie fue acometida entre mayo de 1786, poco después del nombramiento de Goya como pintor real, y el final de 1787. Goya retoma con esta serie el trabajo de los cartones para tapices tras seis años transcurridos desde su última entrega, antes de la suspensión y la reapertura de la manufactura.
El cartón fue inventariado por Vicente López en 1834 con motivo de la testamentaría de Fernando VII y ya entonces lo atribuyó a Francisco de Goya.
Hacia 1856 ó 1857 este cartón se trasladó de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara al Palacio de Oriente de Madrid, y en los sótanos del oficio de tapicería permaneció hasta que por órdenes del 18 de enero y 9 de febrero de 1870 ingresó en el Museo del Prado ese mismo año. Más de un siglo estuvo enrollado en los almacenes de la pinacoteca hasta que en 1984 Mercedes Águeda lo recuperó y apoyó la paternidad de Goya.
Análisis artístico
Esta pieza para la sobrepuerta es bastante problemática, nos muestra dos gatos sobre un muro de ladrillo en lo que parece ser el inicio de un enferntamiento, la espalda arqueda y el pelo erizado de los animales anuncian el inicio de la pelea. Cuando ingresó en el Prado se dijo de ella (probablemente fuera Cruzada Villaamil quien redactara el inventario de las obras recibidas) que carecía de interés artístico y no la atribuyó a nadie. La obra se perdió en los fondos del museo hasta que Sambricio la recordara y la incluyera con reparos en su catálogo de cartones y tapices de Goya, aunque no tuvo la ocasión de verla y no incluyó la reproducción de la imagen. Basándose tan solo en el tapiz, el autor añadió que la composición era ciertamente poco afortunada y nada tenía que ver con el pincel de Goya. Hubo que esperar hasta 1984 cuando Mercedes Águeda halló por fin el cartón en la pinacoteca y apoyó de nuevo la autoría de Goya. Arnaiz está de acuerdo con Vicente López y Águeda y opina que la manera del cuadro es perfectamente goyesca.
Sin embargo, la americana Tomlinson es totalmente contraria a confirmar la paternidad de Goya alegando que la composición de la obra es absolutamente mediocre, que no existe coherencia alguna con el resto de la serie dedicada a las estaciones y que la primera noticia que tenemos del traspaso a tapiz es bastante posterior en el tiempo si la comparamos con la ejecución de los paños de las otras sobrepuertas destinadas al comedor. Añade que pudo haber sido obra de un artista secundario que trabajara para la manufactura en los años en que Goya no lo hizo.
Además las medidas de la obra que se proporcionaron en el inventario de 1870, a su ingreso en el Prado, eran erróneas. Tampoco se encuentra coincidencia con ninguno de los bastidores incluidos en la cuenta del carpintero Serrano, a no ser que también fueran erróneas las medidas de alguno de ellos. De todas formas, aún faltaría en esa cuenta el bastidor del cartón compañero de éste, Pájaros volando. Según Águeda, ambas piezas irían colgadas de la misma pared que La nevada, si bien Sancho las sitúa en la pared este, formando pareja con Pájaros volando.
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