Fundación Goya en Aragón

Goya inv.t et fecit (en el ángulo inferior derecho).

Este grabado forma parte de una pequeña serie integrada por tres incisiones y dos dibujos preparatorios que Francisco de Goya realizó a lo largo de la década de los años setenta y comienzos de los ochenta del siglo XVIII.
Se conservan siete u ocho ejemplares de esta estampa, todos ellos de las mismas características, por lo que no puede hablarse de pruebas de estado sino de una tirada restringida.

Los tres grabados, La huída a Egipto, San Isidro labrador y San Francisco de Paula¸ y los dos dibujos preparatorios de estos últimos, integran el conjunto de estampas de temática religiosa de Goya. El hecho de que fuesen ejecutados en momentos cronológicos bastante distantes entre si revela una evolución que tiene que ver con la progresiva madurez del pintor y con la gradual adquisición de un mayor conocimiento de la técnica del aguafuerte.
Es probable que la primera aproximación de Goya al grabado tuviese lugar en el taller de José Luzán (Zaragoza, 1710-1785), aunque podemos suponer que la estancia en Italia (1769-1771) debió permitir a Goya conocer el trabajo de Giovanni Battista Piranesi (Mogliano Veneto, Treviso, 1720 -Roma, 1778), cuyo estudio se estableció permanentemente en la romana via Felice, actualmente via Sistina. La céntrica posición de este espacio, muy cerca de la plaza de Spagna, un lugar bien conocido para los artistas españoles que se formaban en Roma, hace bastante plausible que el joven Goya tuviese ocasión de ver de manera directa el modo en que trabajaba el artista véneto. Igualmente activos en el ambiente romano del momento estaban otros dos grabadores, Domenico Cunego (Verona, 1724/1725- Roma, 1803) y Giuseppe Vasi (Corleone, Sicilia, 1710 -Roma, 1782), con el que se había formado el propio Piranesi. Seguramente este clima inspiró al joven artista aragonés para la realización de los primeros grabados en los que comenzó a trabajar poco después de su regreso a España, a mediados de 1771. De este modo es posible afirmar que las estampas de temática religiosa que aquí nos ocupan representan el punto de partida de la obra gráfica de Goya, su toma de contacto con la técnica del grabado sobre la que trabajará a lo largo de toda su vida explorando las posibilidades técnicas y expresivas que ésta podía ofrecerle.
Desconocemos las razones por las que Goya decidió realizar este conjunto de grabados con escenas religiosas. Podría ser que se plantease trabajar por encargo para alguna de las cofradías, parroquias y conventos que solían solicitar este tipo de imágenes devocionales que más tarde ponían a la venta en sus sacristías y porterías. Esta actividad constituiría una posible solución laboral para Goya en el estadio inicial de su carrera ya que las imágenes devocionales gozaban de una importante demanda. De este modo Goya habría podido inserirse, si hubiese continuado con esta actividad, en un mercado artístico que dio trabajo a muchos de los primeros artistas formados en el seno de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.
La huida a Egipto, la primera estampa que conocemos de Goya, ha sido firmada por el artista a la manera italiana, lo que refuerza la sospecha de que hubiese sido ejecutada durante su estancia en este país, tal y como propone Harris. En la obra goyesca la Virgen está a lomos de un burro y lleva en sus manos al Niño Jesús que, pese a ser el protagonista de la escena, aparece en sombra. San José de perfil sostiene el ronzal del asno y mira a María. Goya emplea pocos trazos para construir las figuras, resuelve de forma superficial la cuestión del panneggio así como los rostros de los personajes. Crea las sombras y el cuerpo del animal mediante retículas integradas por trazos breves y decididos, aunque excesivamente regulares y monótonos, y elude cualquier referencia al paisaje en que está teniendo lugar la escena. Trabaja con una torpeza que delata su inexperiencia así como la dificultad para otorgar corporeidad a las figuras, plasmando en este primer grabado su condición de aprendiz.
Esta imagen está impregnada del sereno clasicismo de la pintura de Carlo Maratti (Camerano, Ancona, 1625-Roma, 1713), quien abordó el tema de la Huida a Egipto en la iglesia de Sant'Isidoro de Roma (1652 ca.), una de sus primeras comisiones romanas, ubicada en las inmediaciones de la plaza Barberini. Aunque el aragonés concibe la escena de manera diferente, la figura de la Virgen y el tratamiento de los paños que visten a los personajes, de pliegues grandes, manifiestan ciertos paralelismos en ambos casos. Asimismo, Wilson-Bareau también ha puesto de manifiesto las analogías entre el clasicismo de los personajes de los frescos de la cartuja zaragozana de Aula Dei con las figuras de este grabado de Goya.
Este mismo tema interesó a un coetáneo de Goya, al también pintor José del Castillo (Madrid, 1737-1793), que realizó en 1784 un grabado copiando un cuadro de Luca Giordano (Nápoles, 1634-1705) que, según él mismo señala en la base del grabado, se encontraba en el palacio del Buen Retiro.