Fundación Goya en Aragón

Sacada y gravada del Quadro original de D. Diego Velazquez en que representa al vivo un enano del S. Phelipe IV.; por D. Francisco Goya Pintor. Existe en el R.l Palacio de Madrid. Año 1778 (en la parte inferior del grabado).

Véase Felipe III.
Se conservan tres copias de este grabado de las tres primeras series. La primera se estampó con tinta negra, la segunda con tinta sepia grisácea mientras que la tercera fue anunciada en la 3ª edición de Los Caprichos, en 1868. En ella aparece manuscrito en el ángulo inferior derecho Merelo.
Después de grabar el dibujo, se hicieron en el fondo pequeños añadidos: el nombre Diego Velázquez y las iniciales FG que fueron grabadas en punta seca en los ángulos inferiores izquierdo y derecho respectivamente en un estado previo. Más tarde fueron borrados, cuando se grabó el título para la primera edición.
La obra fue anunciada en la Gazeta de Madrid el 28 de julio de 1778.

El bufón don Diego Acedo fue pintado por Velázquez en Fraga, en la jornada de Aragón, con motivo de la sublevación de Cataluña, contemporáneo al retrato de tres cuartos de Felipe IV en 1644. En realidad, a pesar de su nombre, don Diego Acedo era un funcionario de palacio que se ocupaba de la estampilla con la firma real. Por este motivo aparece en el retrato realizado por el pintor sevillano con un enorme libro entre sus manos y un librillo con hojas casi sueltas sobre las que ha dispuesto un pequeño bote de cola para pegarlas. Junto a éste, otros dos libros que quizá sirviesen para manifestar el interés que este personaje sentía por la literatura.
El enano está elegantemente peinado y vestido con ropilla negra brocada, con mangas bobas, cerrada al cuello con valona almidonada y calzones con pasamanería y lazos, calzas y zapatos negros. Se coloca en un entorno natural que Velázquez ha pintado con pocos trazos y pinceladas sueltas.
Goya copia con precisión tanto la figura sedente del enano como los objetos que lo circundan. Destaca con fuerza la claridad del gran libro que sujeta en sus pequeñas manos, así como la intensa expresión del rostro. Sin embargo el aragonés demuestra tener algunas dificultades para trasladar a la plancha metálica el paisaje que en el grabado se hace más claro y diáfano, únicamente integrado por bajas montañas. En gran medida se podría pensar que Goya resuelve el fondo paisajístico de una forma rápida consciente de la dificultad, aunque también es probable que haya optado por crear un fondo claro en el que nada reste protagonismo a don Diego Acedo.