El ciego de la guitarra
Clasificación
Goya (escrito en el ángulo inferior izquierdo, sobre una piedra).
Historial
A lo largo de los años Goya realizó diferentes grabados que no se pueden enmarcar en ninguna de sus series. No se trata de obras pertenecientes a un periodo concreto de su vida, sino que en realidad son trabajos que llevó a cabo de manera esporádica, separados por amplios intervalos de tiempo. En muchos casos la ejecución de estas estampas discurre paralelamente a su trabajo en alguna de sus grandes series. Igualmente heterogéneas son las temáticas de las que se ocupa e incluso en alguna de las estampas sueltas afrontará géneros que prácticamente no volverá a retomar en otros momentos de su trayectoria artística.
Uno de los primeros grabados sueltos que realizó Goya podría ser El ciego de la guitarra, que correspondería al momento en que trabajaba en la copia de las obras de Velázquez. En él capta una escena de temática costumbrista que también está presente en Dios se lo pague a usted, posiblemente ejecutado antes Guerra de la Independencia (1808-1814). En esta misma línea se sitúa El cantor ciego, que podría corresponder a la estancia de Goya en Burdeos (1824-1828). Asimismo, algunos de estos grabados sueltos son representaciones paisajísticas, un tema que en raras ocasiones despertó el interés en Goya: Paisaje con peñasco y cascada y Paisaje con peñasco, edificios y árboles. Quizá el pintor pensase en realizar una serie que fue interrumpida por la urgencia de llevar a cabo Los desastres de la guerra, ya que las dos planchas de los paisajes se reutilizaron para cuatro cobres con los que realizó las correspondientes estampas de la serie sobre la guerra.
La Guerra de la Independencia y la proximidad temática a la serie Los desastres de la guerra planea sobre algunos grabados sueltos en los que el pintor aragonés se enfrenta con la pena de muerte y con el trato que recibían los prisioneros en las cárceles, El agarrotado, Tan barbara la seguridad como el delito, La seguridad de un reo no exige tormento y Si es delincuente q.e muera presto.
Por último cabría referirse al grabado del Blasón de Jovellanos, que pudo servir como ex-libris para una obra del ilustrado asturiano, y El coloso. Este último se habría realizado antes de 1818 y es bastante probable que sirviese de preparación para el cuadro del mismo título, El coloso.
El ciego de la guitarra procede de la colección Valentín Carderera. No se anunció su publicación y se conservan tan solo dos pruebas de esta estampa.
No tenemos conocimiento de la existencia de un dibujo preparatorio para este grabado.
Análisis artístico
Los grabados sueltos tienen, desde el punto de vista técnico, una importante heterogeneidad. En ellos el pintor recurre al uso del aguafuerte y del aguatinta con los que experimenta y realiza variaciones que corresponden a diversos momentos y a diferentes necesidades de expresión artística. Por ello es necesario hacer un estudio pormenorizado de cada una de las estampas en el que se describan sus particularidades técnicas.
En El ciego de la guitarra se reúnen al aire libre catorce personas en torno a un ciego que toca la guitarra y que canta, tal y como se puede suponer por la expresión de su rostro con la boca abierta. Estos personajes recorrían ciudades y pueblos narrando historias a veces de contenido dramático, por lo que obtenían alguna moneda. Quienes asisten a este espectáculo tienen diferentes edades y pertenecen también a diversas clases sociales. En primer plano, cerca del invidente, un aguador de perfil escucha con interés, de la misma manera que lo hace una pareja de jóvenes —la mujer con el rostro embelesado— bien vestidos seguramente pertenecientes a la alta sociedad. Junto al cantante se encuentra un niño de pícara expresión, vestido con una capa, que podría ser su lazarillo y tras él, en el fondo, un hombre que está absolutamente ajeno al espectáculo guía a una pareja de bueyes.
Este grabado, uno de los mayores que Goya llevó a cabo, se puede relacionar con un cartón para tapiz del mismo tema que realizó para el antedormitorio de los príncipes de Asturias en el Palacio del Pardo en el año 1778. Este último fue modificado por el pintor en reiteradas ocasiones dada su complejidad. Las importantes coincidencias entre el grabado y el cartón dan pie para creer que trabajó contemporáneamente en ambas o que una obra iluminó la realización de la otra. En las dos está presente el ciego en el centro, el aguador a un lado, la pareja de jóvenes acomodados, el lazarillo y la figura masculina en alto que marca claramente una composición piramidal. Sin embargo en el cartón el paisaje es más rico y frondoso, especialmente en el lado derecho, mientras que en el grabado el pintor aragonés se muestra más esencial.
La composición piramidal de este grabado nos recuerda a algunos grabados de Giambattista Tiepolo (Venecia, 1696-Madrid, 1770) mientras que la caracterización de los personajes tiene bastante que ver con algunas obras de William Hogarth (Londres, 1697- 1764). Tanto en el trabajo de Goya como en el del pintor inglés se percibe una fuerte sátira social que se plasma de manera velada y sutil.
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