Fundación Goya en Aragón

29 (en el ángulo inferior izquierdo, tachado).

Véase Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer.
Se conserva una prueba de estado sin número pero con el aguatinta hasta los bordes de la plancha. En la tercera prueba de estado aparece el número 29 grabado y ciertos retoques en el sombrero del soldado realizados con buril. En ésta se ha eliminado el aguatinta de los bordes.
En la última prueba de estado se aprecia un número 9 grabado y mucho trabajo realizado con la punta seca y el buril.
El título de la estampa fue manuscrito por Goya en la primera y única serie de la que tenemos conocimiento en el momento de su realización, que el pintor regaló a su amigo Agustín Ceán Bermúdez. De esta manera el título se grabó posteriormente en la plancha sin efectuar modificación alguna a partir del ejemplar de Ceán Bermúdez para la primera edición de Los Desastres de la guerra tirada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1863.
No se conserva dibujo preparatorio.

No quiere refleja una escena de violencia contra una mujer. Un soldado galo agarra por la cintura a una figura femenina que se encuentra de espaldas al espectador, con las piernas abiertas y ocultando su rostro con uno de sus brazos. Ésta se defiende arañando con fuerza la mejilla de su agresor, en cuya cara se dibuja una mueca de intenso dolor. Detrás una anciana se dispone a clavar un puñal al soldado francés. En este caso se ha incluido una referencia espacial, un molino que sitúa la escena en el campo lo que podría indicar que se trata de un episodio aislado que no tendría relación con la guerra. Además es uno de los pocos casos en que Goya ha captado el rostro de enemigo, quizá con la voluntad de plasmar en él el dolor que le está infringiendo la mujer.
La oscuridad del fondo, realizada mediante el empleo del aguatinta, sugiere que este hecho podría haber sucedido de noche. Además, el pintor aragonés ha subrayado a la mujer que está siendo agredida mediante un vestido blanco. Es probable que sea una referencia a su inocencia, como lo es también la camisa blanca del personaje central de El tres de mayo de 1808.
Este grabado ha de ser relacionado con otras estampas de la serie en que el pintor aragonés afronta el papel de la mujer en la guerra o la violencia sobre las mujeres como la nº 4, Las mujeres dan valor, nº 7, Que valor!, nº 9, No quieren, nº 11, Ni por esas, nº 13, Amarga presencia, nº 19, Ya no hay tiempo y nº 31, Fuerte cosa es.
Eleanor Sayre vincula esta estampa con otros grabados donde aparecen figuras de gran tamaño y en los que también se emplea el aguatinta como los nº 10, Tampoco, el nº 33, Qué hai que hacer mas y el nº 38, Bárbaros! y establece la fecha de su realización después del año 1810.
El gesto de la mujer que araña ferozmente la cara del soldado francés recuerda a un grabado de Fernando Brambila (1763-1834) y Juan Gálvez (1774-1847) en el que se ha representado a Joséf de la Hera, un carpintero armado con un cuchillo que agrede a un soldado francés (1812-1813, Ayuntamiento, Madrid). La expresión de dolor del soldado galo, con patillas y barba como el del grabado de Goya, y la mano del carpintero muy cerca de la cara presenta ciertas concomitancias con el episodio narrado por el pintor aragonés.
Igualmente cabría señalar que una escena bastante parecida a ésta en la que una joven está siendo raptada para posteriormente ser violada fue grabada en torno a 1811 por un artista anónimo (Calcografía Nacional, colección Antonio Correa, Madrid) con el objeto de recordar el saqueo de Tarragona del 28 de junio de ese mismo año.