Fundación Goya en Aragón

Goya (en la parte inferior central y a la izquierda) y 17 (en el ángulo inferior izquierdo).

Véase Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer.
En la segunda prueba de estado se retocaron con buril las calvas del aguafuerte.
El título de la estampa fue manuscrito por Goya en la primera y única serie de la que tenemos conocimiento en el momento de su realización, que el pintor regaló a su amigo Agustín Ceán Bermúdez. De esta manera el título se grabó posteriormente en la plancha sin efectuar modificación alguna a partir del ejemplar de Ceán Bermúdez para la primera edición de Los Desastres de la guerra tirada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1863.
Al hacerse la primera tirada esta estampa se ordenó tras el grabado nº 76, El buitre carnívoro, ya que se leyó mal el número grabado. Asimismo el grabado nº 77, Que se rompe la cuerda, se interpretó como el número 17. Por esta razón aparece grabado tanto en el ángulo derecho como en el izquierdo de la parte superior.
No se conserva dibujo preparatorio de este grabado.

Dos oficiales a caballo que se encuentran en la mitad izquierda de la estampa, no sabemos si son españoles o franceses, discuten los movimientos que han de realizar sus tropas y parece que no llegan a hacer coincidir sus respectivas concepciones tácticas. Contemporáneamente en la mitad derecha está teniendo lugar una cruel batalla. Nada disturba la discusión de los mandos, ni siquiera los cadáveres que yacen junto a ellos o el sufrimiento y la entrega de quienes se encuentran en medio de la contienda.
La escena está dividida diagonalmente en dos partes. La de la izquierda, en la que se sitúan los mandos militares, es oscura y se ha realizado mediante trazos horizontales muy próximos y breves de aguafuerte. El cuerpo del caballo, la figura más serena de la escena que mira con aire perplejo al espectador, se ha practicado con trazos diagonales que se cruzan enérgicamente. En la parte derecha de la composición, separada por la línea diagonal, apreciamos la superficie blanca del papel sobre la que se recortan los perfiles de quienes luchan en la batalla.
Este grabado es una crítica evidente a la manipulación a la que es sometido el pueblo en cualquier conflicto bélico, en el que es simplemente un arma en manos del poder. Esta idea es válida tanto para los franceses como para los españoles, motivo por el que posiblemente Goya no identifica a los que No se convienen.