Clasificación
Historial
Boceto de un cartón para tapiz que no llegó a ejecutarse y que formaba parte de la serie destinada a decorar el dormitorio de las infantas, encargo que Goya recibió a finales de 1787 (véase La gallina ciega).
El boceto fue adquirido al artista en 1798 por los duques de Osuna y permaneció en el gabinete que la duquesa tenía en la Alameda hasta su venta cuando la quiebra de la casa ducal en 1896, en la que lo compró la National Gallery de Londres.
Análisis artístico
Cinco hombres acompañan a dos mujeres mientras disfrutan de una merienda en el campo. Tras ellos una serie de árboles frondosos cierra la composición sin dejarnos ver apenas el horizonte y arrinconando a los personajes en un apretado primer plano. Los majos adoptan diferentes actitudes. El del centro dirige su mirada claramente lasciva y llena de deseo a la mujer de la izquierda, mientras el hombre de la derecha está tirado en el suelo seguramente sumido en un profundo estado de embriaguez. Los otros hombres conversan con la segunda mujer, escondida tras ellos.
Sus medidas coinciden con el tercero de los bastidores para los bocetos que Goya debía realizar que aparecen en la cuenta entregada por el carpintero Serrano. En el catálogo de la venta de obras de los duques de Osuna se menciona como una escena de merienda campestre.
Yriarte lo pudo ver en la Alameda de Osuna junto con los bocetos de La primavera, El verano y El invierno, tal y como sabemos por la descripción que de él hizo, en la que lo alababa diciendo que era "un verdadero Watteau español". Dado que Yriarte echó de menos el boceto de El otoño, y supuso que era un cuadrito que los Goupil de París habían adquirido a Ángel Tadei, Arnaiz apunta que este boceto pudiera ser el de El otoño, y lo justifica por los colores ocres y la presencia del vino en el centro de la composición, símbolo de la cosecha de septiembre. Además, este autor opina que es muy poco probable que los Osuna vendieran El otoño por separado antes de la quiebra de la casa ducal.
Si esta hipótesis fuese cierta y este cuadrito fuese en realidad El otoño, nunca se habría tejido el tapiz correspondiente y el boceto del cartón de La vendimia que sí se tejió, sería el desaparecido.
Por otra parte, Tomlinson opina que el tema de este cuadro no es digno de ser destinado a decorar un dormitorio real, y la composición no sigue el esquema que Goya estaba empleando en esta serie, con paisajes abiertos. La autora relaciona los rasgos de Merienda campestre con el cuadrito Asalto a la diligencia, que también pertenecía a los Osuna, y propone la idea de que Goya lo hubiera pintado para ellos, con el fin de complementar las obras adquiridas al pintor en 1798.
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