Fundación Goya en Aragón

Goya (en el ángulo inferior izquierdo), 27 (en el ángulo inferior izquierdo)

Véase Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer.
Existe una tercera prueba de estado anterior a la letra, al bruñido y a los arañazos del cielo. En el ángulo inferior izquierdo ya se ha grabado el número 27.
El título de la estampa fue manuscrito por Goya en la primera y única serie de la que tenemos conocimiento en el momento de su realización, que el pintor regaló a su amigo Agustín Ceán Bermúdez. De esta manera el título se grabó posteriormente en la plancha sin efectuar modificación alguna a partir del ejemplar de Ceán Bermúdez para la primera edición de Los Desastres de la guerra tirada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1863.
No se conserva ningún dibujo preparatorio para este grabado.

Tras la calma de los grabados anteriores, en los que los protagonistas eran heridos que estaban siendo asistidos o cadáveres, Goya incrementa el ritmo de la serie de Los desastres de la guerra mediante la representación de una escena de fuerte intensidad dramática. En el interior de una cueva varios personajes van a ser ajusticiados. A la izquierda una mujer se tiende bocabajo en el suelo con las manos juntas sobre la cabeza, otra se cubre el rostro y delante de ellas otra abre los brazos y ofrece su pecho al enemigo. En el centro de la escena vemos una figura completamente cubierta que sujeta entre sus brazos a un niño y a su lado un hombre de rodillas que junta sus manos con los dedos entrelazados en señal de oración. En primer término, en el centro, otro hombre suplica el fin de ese calvario. En este caso, tal y como sucedía en el grabado nº 15, Y no hai remedio, vemos tan solo el extremo de las bayonetas que se alinean en el lado derecho de la estampa.
Los franceses están en la boca de la cueva en donde han sorprendido a los españoles que se disponen a ajusticiar. Nuevamente, tal y como sucede en otros grabados de la serie, lo que debería ser una estructura que cobija y protege al hombre se ha convertido en una trampa. La cueva es un lugar que durante un tiempo les ha ocultado del enemigo y que ahora se ha tornado un espacio sin escapatoria. Además acorta las distancias entre los franceses y los españoles, les obliga a mirarse cara a cara.
El personaje más sobresaliente de este grabado es la mujer que está en el centro, la que planta cara a la muerte mostrando su torso y dispone sus brazos en cruz. Esta actitud es la misma que se advierte en el personaje central, también con una camisa blanca como la figura femenina de la estampa, de El 3 de mayo.