Por una nabaja
Clasificación
Historial
Véase Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer.
El título de la estampa fue manuscrito por Goya en la primera y única serie de la que tenemos conocimiento en el momento de su realización, que el pintor regaló a su amigo Agustín Ceán Bermúdez. De esta manera el título se grabó posteriormente en la plancha sin efectuar modificación alguna a partir del ejemplar de Ceán Bermúdez para la primera edición de Los Desastres de la guerra tirada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1863.
No se conserva ningún dibujo preparatorio de esta estampa.
Análisis artístico
Desde el 19 de octubre de 1809 José I Bonaparte (Corte, 1768 - Florencia, 1844) adoptó el garrote como el principal medio de ejecución en España. Generalmente esta práctica tenía un carácter ejemplificador y servía para mantener el orden y advertir a la población de las consecuencias que podía acarrear cualquier acto subversivo. El Diario de Madrid refiere más de 40 ejecuciones mediante este mecanismo entre 1810 y 1812.
En diciembre de 1808 se determinó que todos aquellos habitantes de Madrid que fuesen sorprendidos en posesión de un arma habrían de ser arrestados y posteriormente condenados a muerte. Además se obligaba a que los condenados llevasen colgada en el cuello el arma con que habían sido sorprendidos así como un texto en el que se explicase con precisión las circunstancias en que había tenido lugar la detención.
Esto es precisamente lo que Goya refleja en este grabado, el momento en que un hombre que ha sido descubierto en posesión de una navaja está siendo sometido al garrote. En su pecho lleva una cuerda de la que pende el arma y bajo ésta un texto en el que se señalan las vicisitudes que motivaron su detención. Las manos están cruzadas y en ellas sujeta un crucifijo. Todo ello tiene lugar en un espacio público ante una muchedumbre que asiste a la muerte del reo y que, a diferencia de lo que sucedía en el grabado nº 29, Lo merecia, manifiesta expresiones de desagrado y dolor, quizá por la solidaridad que suscita la muerte de otro español.
Goya se detiene en el rostro del ajusticiado con la mirada perdida y la boca abierta. Los cabellos están erizados, lo que delata el dolor por el que este hombre ha pasado antes de morir. Se trata de una visión realista y dura del tema de la pena de muerte que no deja duda de la repulsa y el rechazo que ésta suscita en el artista. Mediante un título breve como Por una navaja, Goya expresa la desmesura del castigo.
Este tema había sido abordado ya en el El agarrotado y se retomará en otros grabados de esta serie como el siguiente, el nº 35, No se puede saber por qué en el que Goya ha captado una ejecución masiva.
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