Tampoco
Clasificación
39 (en el ángulo inferior izquierdo).
Historial
Véase Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer.
El título originalmente fue grabado como Tan poco, aunque no se conservan copias con ese título ya que se modificó borrándose la n y escribiendo una m que permanece en el título definitivo.
El título de la estampa fue manuscrito por Goya en la primera y única serie de la que tenemos conocimiento en el momento de su realización, que el pintor regaló a su amigo Agustín Ceán Bermúdez. De esta manera el título se grabó posteriormente en la plancha sin efectuar modificación alguna a partir del ejemplar de Ceán Bermúdez para la primera edición de Los Desastres de la guerra tirada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1863.
No conservamos ningún dibujo preparatorio de esta estampa.
Análisis artístico
Un soldado polaco sentado plácidamente con la cabeza apoyada sobre una mano contempla con expresión serena, casi orgullosa, el cadáver de un español que ha sido colgado. Los pantalones del muerto caen hasta las rodillas porque se ha empleado su cinturón para llevar a cabo el ahorcamiento. Detrás de él aparecen otros troncos de árboles de los que penden más cadáveres. En ocasiones, tal y como señalan algunos viajeros de la época, los cuerpos sin vida de los ahorcados se dejaban colgando de los árboles en un gesto que tenía un claro carácter ejemplificador.
Goya hace un interesante empleo del aguatinta ya que deja la parte central de la estampa en blanco con el objeto de señalar la hilera de árboles con ahorcados e incluso sugerir que ésta continúa.
Los soldados polacos eran empleados en los contingentes galos, puesto que eran famosos por su carácter sangriento y despiadado, por su frialdad a la hora de enfrentarse al enemigo. Goya captura este aspecto en la estampa puesto que se detiene en la representación del rostro del soldado que contempla con placer su macabra obra.
A pesar de que, desde octubre de 1809, el garrote había sustituido a cualquier otra forma de pena de muerte, era frecuente que los franceses ahorcasen a los españoles que eran sorprendidos en posesión de un arma. Se trataba de una medida rápida que evitaba algunos procesos burocráticos que precedían a la muerte por garrote a la que eran sometidos los presos.
La naturaleza asume de nuevo un papel de complicidad con la violencia y el horror. Los troncos en los que se ahorca a los españoles parecen secos, sin vida y con la capacidad de arrebatársela a otros seres.
Según se indica en el título de esta estampa el pintor aragonés se muestra perplejo, no sabe tampoco en este caso cómo explicarse la brutalidad y la inhumanidad de esta acción, exactamente como en el grabado nº 34, Por una navaja en la que subraya la banalidad de la culpa y en el nº 35 en que afirma rotundamente No se puede saber por qué.
Este grabado demuestra el conocimiento por parte del artista aragonés de Les Grandes Misères de la guerre de Jacques Callot (Nancy, 1592 - 1635), concretamente del grabado nº 11, titulado Los ahorcados. En él se ve un gran árbol en el centro de la composición del que penden numerosos cadáveres de ahorcados que han sido ajusticiados ante la mirada del ejército y del pueblo. Sin embargo el aragonés varía la escala y nos aproxima a los personajes para que podamos ver sus rostros, para que nos sintamos conmovidos por la atrocidad de este hecho.
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