Así sucedió
Clasificación
33 (en el ángulo inferior izquierdo de la plancha).
Historial
Véase Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer.
En la segunda prueba de estado se advierte el lavis bruñido hasta los bordes y punta seca en los soldados y en la imagen que ambos llevan. Con buril se ha retocado el hombro izquierdo del soldado de la derecha.
El título de la estampa fue manuscrito por Goya en la primera y única serie de la que tenemos conocimiento en el momento de su realización, que el pintor regaló a su amigo Agustín Ceán Bermúdez. De esta manera el título se grabó posteriormente en la plancha sin efectuar modificación alguna a partir del ejemplar de Ceán Bermúdez para la primera edición de Los Desastres de la guerra que tiró la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1863.
No se conserva dibujo preparatorio alguno de esta estampa.
Análisis artístico
En un ambiente oscuro en el que podemos distinguir un arco, que quizá se trate de la sacristía de una iglesia, varios soldados franceses se disponen a huir tras haber robado algunos objetos de valor. Uno de ellos, el que se encuentra en primer término y del que no podemos ver su rostro, lleva consigo una imagen de la Virgen, una cruz procesional y cuatro candelabros. Los ladrones dejan tras de sí a un fraile, posiblemente un franciscano, gravemente herido, que se arrodilla en un gesto de extremo dolor. Parece aferrarse a un puñal que no podemos ver porque está oculto entre sus manos.
El pintor ha conseguido la oscuridad cubriendo la plancha con una fina capa de aguatinta que ha bruñido para iluminar algunas zonas produciendo una suave atmósfera. Las líneas realizadas con buril resultan, por este efecto obtenido con el aguatinta, más violentas.
De la misma manera que sucede en el grabado anterior, el nº 46, Esto es malo, Goya censura abiertamente las situaciones de brutal violencia a las que fueron sometidos algunos religiosos en tiempos de guerra y que son recogidas habitualmente en los manifiestos y proclamaciones. En este caso, en lugar de huir, el fraile permanece en la iglesia defendiendo los objetos de culto, aún a riesgo de perder su vida. Además Goya ha empleado aquí el mismo recurso formal utilizado en el grabado nº 46: crea un ambiente extremadamente oscuro, que subraya lo detestable de la actitud de los franceses que actúan clandestinamente. En él emerge con fuerza el hábito blanco del monje que el pintor aragonés enfatiza para referirse a su inocencia.
El 17 de junio de 1808 tuvo lugar el saqueo de Cuenca que se refiere en la Gazeta de Madrid del 5 de septiembre de ese mismo año. Este hecho se produjo de noche; los franceses robaron las casas, asaltaron monasterios, casas pías e iglesias, robaron tesoros y mutilaron imágenes sagradas. Estos gestos anticlericales hicieron que una parte de la jerarquía eclesiástica viese la posibilidad de plantear el enfrentamiento bélico como una nueva cruzada.
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