Clasificación
Historial
Véase Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer.
El título de la estampa fue manuscrito por Goya en la primera y única serie de la que tenemos conocimiento en el momento de su realización, que el pintor regaló a su amigo Agustín Ceán Bermúdez. De esta manera el título se grabó posteriormente en la plancha sin efectuar modificación alguna a partir del ejemplar de Ceán Bermúdez para la primera edición de Los Desastres de la guerra tirada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1863.
Se conserva un dibujo preparatorio de este grabado en el Museo Nacional del Prado.
Análisis artístico
Este grabado inicia la segunda parte de la serie de Los Desastres de la guerra en la que Goya aborda con amplitud el tema del hambre como una de las consecuencias fundamentales de la contienda. Los momentos más complicados llegaron con la hambruna que tuvo lugar entre 1811 y 1812. El abandono de las tierras así como el aumento de la población por la presencia del ejército francés hizo que las cosechas de trigo fueran realmente escasas y que se tuviese que recurrir a harinas obtenidas a partir de otros granos o de legumbres para hacer el pan. En ocasiones la introducción en la dieta de ingredientes que podríamos llamar alternativos así como el abuso de los mismos desencadenó importantes problemas de salud en la población. De esta manera en julio de 1812 se informó a los fabricantes de pan de que todos aquellos que empleasen sustancias nocivas para la salud serían durante sancionados.
Una familia aparece en medio de un desolado paraje en el que se encuentra rodeada de cadáveres. El hombre está de pie, de perfil, y extiende en una de sus manos un sombrero con la vana esperanza de obtener alguna limosna. La mujer está sentada junto a él y en sus brazos se puede ver a un niño. De entre los diferentes cuerpos sin vida que les rodean llama poderosamente la atención el cadáver de un niño.
Goya ha realizado con aguatinta el cielo casi espectral que alberga sin protegerlos a los personajes de este grabado. Con aguafuerte ha llevado a cabo, mediante trazos decididos, los cadáveres, así como los tres personajes de la estampa que aún están vivos. El rostro del hombre que pide limosna está demacrado, tiene las mandíbulas y los pómulos marcados, así como las cuencas de los ojos de mirada perdida. Son víctimas del hambre del que no podrán protegerse y que probablemente terminará con sus vidas como ya lo ha hecho con aquellos que les rodean.
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