Fundación Goya en Aragón

36 (en el ángulo inferior izquierdo).

Véase Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer.
El título de la estampa fue manuscrito por Goya en la primera y única serie de la que tenemos conocimiento en el momento de su realización, que el pintor regaló a su amigo Agustín Ceán Bermúdez. De esta manera el título se grabó posteriormente en la plancha sin efectuar modificación alguna a partir del ejemplar de Ceán Bermúdez para la primera edición de Los Desastres de la guerra tirada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1863.
Se conserva un dibujo preparatorio de este grabado en el Museo Nacional del Prado.

Una mujer absolutamente cubierta lleva en sus manos un plato y se lo ofrece a un grupo de personajes que están tumbados en el suelo, agotados por el hambre, casi moribundos. Algo más atrás, en el lado derecho del grabado, un sacerdote obeso contempla la escena con indiferencia, quizá porque está acostumbrado a ver este tipo de imágenes, del todo habituales en tiempos de guerra.
Se trata de una circunstancia que refleja, por una parte, la hambruna que asoló a la población durante la Guerra de la Independencia, especialmente entre 1811 y 1812. Por otra parte refleja la insolidaridad de las clases más acomodadas, especialmente de la Iglesia, y la ayuda que de forma espontánea brindaban aquellos a los que no les sobraba demasiado.
El personaje absolutamente cubierto por una túnica que protagoniza este grabado nos hace pensar en el influjo de la pintura de Salvator Rosa (Nápoles, 1615-Roma, 1673), cuya obra Goya podría haber conocido durante su estancia en Italia entre los años 1769 y 1771. Asimismo, el pintor aragonés realiza una ejercitación de panneggio con una figura absolutamente cubierta en la página del Cuaderno italiano que se podría relacionar con las almas de Caronte pasando las sombras (1735, Musée du Louvre, París) de Pierre Subleyras (Saint-Gilles-du-Gard, 1699-Roma, 1749).