Fundación Goya en Aragón

34 (en el ángulo inferior izquierdo de la plancha)

Véase Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer.
En la segunda prueba de estado se advierten retoques de buril en la parte derecha de la falda de la figura central de pie y en el hombro izquierdo del hombre más cercano. También se han bruñido los trazos de aguafuerte en las partes trasera y superior de la falda de la figura de pie.
El título de la estampa fue manuscrito por Goya en la primera y única serie de la que tenemos conocimiento en el momento de su realización, que el pintor regaló a su amigo Agustín Ceán Bermúdez. De esta manera el título se grabó posteriormente en la plancha sin efectuar modificación alguna a partir del ejemplar de Ceán Bermúdez para la primera edición de Los Desastres de la guerra tirada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1863.
Se conserva un dibujo preparatorio en el Museo Nacional del Prado.

En este grabado, los franceses del fondo, elegantemente vestidos, ataviados con sombrero de copa uno y bicornio a la moda el que está más al fondo, contrastan con el patetismo y la miseria de las figuras cadavéricas que suplican ayuda en primer término. Uno de los hambrientos se apoya contra la pared y extiende un sombrero pidiendo limosna. En el centro, de pie, una mujer con la cabeza cubierta mira con expresión perdida, mientras que en la parte frontal del grabado dos moribundos piden desesperadamente ayuda.
Según Hofmann los barbudos que aparecen en primer término mantienen cierta semejanza con los filósofos mendigos como el Diógenes de No lo encontraras (Album C). Además el personaje apoyado en el poste recuerda al herido del Capricho nº 10, El amor y la muerte.
Este grabado se podría interpretar, tal y como sugiere Juan Carrete, como una variación del grabado nº 54, Clamores en vano, puesto que se afronta la misma temática. En ambos casos tanto los títulos como las imágenes expresan la misma idea, la inutilidad de la súplica y la inamovible frialdad de los franceses a quienes el sufrimiento de los hambrientos les resulta del todo indiferente.