Clasificación
Historial
Véase Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer.
El título de la estampa fue manuscrito por Goya en la primera y única serie de la que tenemos conocimiento en el momento de su realización, que el pintor regaló a su amigo Agustín Ceán Bermúdez. De esta manera el título se grabó posteriormente en la plancha sin efectuar modificación alguna a partir del ejemplar de Ceán Bermúdez para la primera edición de Los Desastres de la guerra tirada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1863.
Se conserva un dibujo preparatorio de este grabado en el Museo Nacional del Prado.
Análisis artístico
Sobre una escalinata, Goya ha grabado un gato dispuesto de perfil con la cabeza ligeramente orientada hacia el fondo al que se acerca en vuelo un búho que parece decirle algo al oído. Junto a ellos, con una capucha sobre la cabeza, vemos a un personaje arrodillado que se postra a los pies del gato, no sabemos si pide clemencia o si bien lo está adorando. Al fondo de la escena, en la parte central del grabado, se adivina una muchedumbre de la que únicamente podemos discernir a una figura que se halla en primer término.
De la misma manera que sucede en otros grabados de los Caprichos enfáticos es realmente complejo llegar a captar con claridad el significado profundo de la imagen, posiblemente porque en él se encierra una fuerte crítica. El gato, posiblemente símbolo de la astucia, se encuentra en una posición destacada con respecto al resto de los personajes de la estampa y recibe la adulación de un fraile que podría aludir a la Iglesia. Además está siendo aconsejado por un búho al que se suele identificar con la ignorancia. Es probable que se trate de una velada alusión a Fernando VII que cuenta con el apoyo de la Iglesia y que se rodea de dudosos aduladores y consejeros que no se destacan por su fina inteligencia, sino más bien por su sumisión.
Nigel Glendinning cree que, de la misma manera que sucede en otros muchos grabados de Los Caprichos enfáticos, Goya podría haberse inspirado para la realización de este grabado en la obra de Giambattista Casti (Viterbo o Acquapendente, 1724-París, 1803) Gli animali parlanti (1801). En ella el búho representa al cura o al siervo del Dios de los animales, un religioso hipócrita, con una apariencia exterior amable pero bajo la que se oculta una personalidad cruel que fomenta el fanatismo. Es probable que esa figura tuviese que ver con Fernando VII y con el clima imperante durante su reinado.
Para Dérozier, sin embargo, tanto este grabado como el que le sigue, nº 74, Esto es lo peor, son una clara alusión a la manera despótica en que gobernó Fernando VII.
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