Murió la Verdad
Clasificación
Historial
Véase Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer.
El título de la estampa fue manuscrito por Goya en la primera y única serie de la que tenemos conocimiento en el momento de su realización, que el pintor regaló a su amigo Agustín Ceán Bermúdez. De esta manera el título se grabó posteriormente en la plancha sin efectuar modificación alguna a partir del ejemplar de Ceán Bermúdez para la primera edición de Los Desastres de la guerra tirada por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid en 1863.
Se conserva un dibujo preparatorio de este grabado en el Museo Nacional del Prado.
Análisis artístico
En el suelo yace, en primer término, una figura femenina con los pechos descubiertos que podría ser una alegoría de la Verdad como reza el título y de la que parten rayos de luz. Está rodeada por varias personas que asisten a su entierro; un obispo que parece oficiar la ceremonia y unos monjes con palas se preparan para sepultar el cadáver. A la izquierda se ha dispuesto la alegoría de la Justicia que con una mano sujeta la balanza y con la otra se cubre el rostro en señal de duelo; es el personaje que manifiesta mayor tristeza en esta escena.
No es la primera vez que Goya se refiere a la alegoría de la Justicia en la serie de Los desastres de la guerra ya que ésta se haya también en el grabado nº 69, Nada. Ello dirá en cuya primera prueba de estado su presencia era bastante clara.
En algún caso se ha señalado que la mujer que está siendo enterrada podría ser la Constitución, tocada con una corona de laureles alusiva a su victoria. Los rayos que emana indican que todavía podría estar viva y que se resiste a ser enterrada. De esta manera, tal y como precisa Jesusa Vega, la imagen de Goya podría ser una ilustración de los hechos que tuvieron lugar en Madrid que han sido descritos en el Manifiesto de todo lo ocurrido en Madrid con motivo del Decreto del Rey de 4 de mayo: a saber la derogación de la Constitución, la solemnidad con que fue arracanda la Lápida de este nombre de la Plaza Mayor, la quema que se hizo en la misma plaza de la estatua de la Libertad; y también una recopilación de las funciones habidas en Madrid con motivo de la entrada de nuestro augusto Monarca Fernando VII, publicado en la madrileña imprenta de la Viuda de Vallín en 1814. Además se difundió en hojas volanderas la décima A la caída de la Constitución y muerte de los liberales.
Otra de las posibles fuentes de inspiración para el grabado nº 79 es, tal y como sugiere Nigel Glendinning, la obra de Giambattista Casti (Viterbo o Acquapendente, 1724-París, 1803) Gli animali parlanti (1801). El historiador cree que Murió la Verdad podría tener que ver con el Canto XIV, en el que la Justicia y la Verdad desaparecen de la tierra.
Esta imagen presenta algunos paralelismos con varias páginas del Álbum C, especialmente con la C.117 Lux Ex Tenebris. En ella Goya ha querido reflejar que, pese a los intentos de los absolutistas por enterrar a la Constitución, ésta, con su cuerpo resplandeciente, augura su inminente resurrección.
El carácter un tanto hermético de la mayor parte de las estampas de los Caprichos enfáticos hace que su identificación sea bastante compleja. En muchos casos, tal y como sucede en Murió la Verdad, se podría pensar que Goya condensa diversas ideas en una misma estampa recurriendo a varias fuentes de inspiración.
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