Clasificación
82 (en el ángulo superior izquierdo de la plancha)
Historial
Véase Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer.
En la tercera prueba de estado se ve el empleo adicional de buril con el que ha retocado la oveja, el hombro izquierdo de la mujer, el contorno derecho de su cuello y el hombro, así como debajo del brazo, ambos lados de la falda extendiéndose hacia la derecha de manera que cubre parte de la cesta. También ha retocado la parte trasera de los hombros de la figura masculina y las sombras que aparecen en primer término.
Esta es una de las estampas que Paul Lefort regaló a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1870 y que no estaba incluida en la primera tirada que la Academia realizó de la serie en 1863. Sin embargo, sí se encontraba en la serie que Goya regaló a Ceán Bermúdez. La primera edición en la que fue incluida se tiró en 1957.
Se conserva un dibujo preparatorio de este grabado en el Museo Nacional del Prado.
Análisis artístico
Esta imagen está protagonizada por una figura femenina tocada con una corona de laurel que irradia luz y que porta un delicado vestido que deja al descubierto su seno. Junto a ella se puede ver una cesta de mimbre y una oveja. A la izquierda, un hombre de largos cabellos y frondosa barba que lleva en una mano una azada, mira con atención lo que la mujer le señala con el dedo: un árbol con fruta que se percibe en el ángulo superior derecho de la estampa.
En esta escena, el pintor ha descrito una línea diagonal constituida por la azada, el dedo de la mujer y el árbol en la parte alta del grabado, tres elementos que permiten la interpretación del grabado o que desempeñan un papel determinante en él.
La figura femenina se asemeja de manera evidente al personaje del grabado nº 79, Murió la Verdad y del nº 80, Si resucitará, aunque se podría pensar que Goya la ha convertido en este caso en una alegoría de la Agricultura, tocada con una corona de laurel y junto a un árbol que da frutos. Es posible que ésta esté explicando al campesino que, mediante un sereno trabajo, obtendrá de manera armónica los frutos de la tierra representados mediante el árbol que se encuentra en el lado derecho de la estampa.
La importancia que tiene la naturaleza en este grabado, fértil generadora de abundancia y vida, podría relacionarse con el texto que Gaspar Melchor de Jovellanos (Gijón, 1744-Puerto de Vega, Navia, 1811), publicó en 1790 titulado Espectáculos y diversiones públicas en España. En las páginas 98 y 99 de este libro el ilustrado escribe lo siguiente: "Un pueblo libre y alegre será precisamente activo y laborioso, y siéndolo, será bien morigerado y obediente a la justicia (...). Este pueblo tendrá más ansia de enriquecerse, porque sabrá que aumentar su placer al paso que su fortuna". Jovellanos, como muchos escritores de la época, colaboró con el gobierno escribiendo obras en las que se exhortaba a la población a que se dedicase a la agricultura, lo que garantizaba que se trabajasen las tierras, muchas de ellas vendidas por la Iglesia a particulares. Asimismo también se estimulaba a los nuevos propietarios de estos territorios para que mejorasen la condición de los campesinos lo que podría redundar en un aumento de la productividad.
La serie de Los desastres de la guerra, que había comenzado con la imagen angustiosa del grabado nº 1, Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer en el que se presagiaba la inminencia de una desgracia, se concluye con un mensaje de serenidad. Goya augura la armonía como fundamento del progreso.
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