Que viene el coco
Clasificación
Que viene el Coco. (en la parte inferior) y P.3. (en el ángulo superior derecho)
Historial
Véase Fran.co Goya y Lucientes, Pintor.
Existen varias pruebas de estado, ninguna de las cuales es previa al aguatinta. Una de ellas lleva escrito con lápiz negro el título y la numeración. En el título la b de "viene" aparece tachada y sustituida por una v, puesto que la confusión entre b y v era muy común en la época, lo que hizo que se grabara el cobre con b.
Se conserva un dibujo preparatorio para este grabado en el Museo Nacional del Prado.
Análisis artístico
En el centro de la estampa, ligeramente desplazado hacia la derecha, se puede ver a un personaje completamente cubierto con una túnica que mira a una madre sentada que sujeta a sus dos hijos. Uno de ellos alza los brazos y parece querer huir despavorido, mientras que el otro se aferra a la figura materna buscando protección.
Goya ha empleado el aguatinta para el fondo y con aguafuerte ha realizado los pliegues de la túnica de la figura que amedrenta a los niños, así como a la madre con los pequeños.
En los manuscritos sobre el significado de Los Caprichos se hacen varias aclaraciones acerca del significado de esta estampa. En el del Museo Nacional de Prado se dice que esta obra "representa el abuso funesto de la primera educación. Hacer que un niño tenga más miedo al Coco que a su padre y obligarle a temer lo que no existe". En el manuscrito de Ayala se apunta que Goya ha representado cómo "las madres meten miedo a sus hijos con el Coco para hablar con sus amantes", mientras que en el de la Biblioteca Nacional se señala que "las madres tontas hacen medrosos a los niños figurando el Coco; y otras peores se valen de este artificio para estar con sus amantes a solas cuando no pueden apartar de si a sus hijos".
El coco era una figura que servía para reprender y amedrentar a los niños cuando no se comportaban adecuadamente. En una canción del siglo XVII en la que se alude a este personaje, de cuya morfología no tenemos noticias, decía lo siguiente: "Duerma y sosiegue/ que a la fe que venga el coco/ si no se duerme". El pintor aragonés, desde la perspectiva de un ilustrado, pone de manifiesto en esta imagen la importancia de la educación y la necesidad de que los niños crezcan alejados de la superstición y de los fantasmas.
A su vez, esta obra admite una segunda lectura que tendría que ver con los delincuentes que se aprovechaban de las supersticiones del pueblo para cometer sus fechorías entrando en las casas de noche, disfrazados de seres espectrales. Así lo explica Fray Benito Jerónimo Feijóo (Casdemiro, Pereiro de Aguiar, 1676-Oviedo, 1764) que en su obra Theatro crítico universal (1726-1739) dice lo siguiente: "(...) O quantos hurtos, quantos estrupos, y adulterios se han cometido, cubriéndose, ó los agresores, ó los medianeros con la capa de Duendes! Estas pesadas burlas se detuvieron, ò atajaron siempre que en la casa donde se executaban, havia algun hombre de espiritu, que intrepidamente se empeñò en el examen de la verdad. Donde toda la familia se compone de gente facilmente credula, triunfa seguramente el embuste, salvo que algun accidente le manifieste".
Para captar este mundo de lo irreal Goya podría haber recurrido a algunas imágenes del pintor Salvator Rosa (Nápoles 1620-Roma, 1673), cuya obra seguramente conoció durante su permanencia en Italia (1769-1771), cuando era aún un artista en ciernes. La figura inquietante del grabado de Goya recuerda al protagonista del cuadro de Rosa La sombra de Samuel se aparece a Saúl (1668, Musée du Louvre, París). Además el adecuado tratamiento del panneggio mediante el que Goya ha conseguido otorgar corporeidad a las telas en las que se oculta la anatomía, tiene que ver con las figuras que Caronte está llevando en su barca al atravesar la laguna estigia en la obra de Pierre Subleyras (Saint-Gilles-du-Gard, 1699- Roma, 1749) titulada Caronte llevando a las sombras (ca. 1735, Musée du Louvre, París).
El tema de la educación será nuevamente afrontado en las estampas nº 4, La rollona, y nº 25, Se quebró el cántaro de la serie de Los Caprichos.
Este grabado suscitó el interés de Eugène Delacroix (Charenton-Saint-Maurice, 1798-París, 1836) que lo copió con la técnica del aguatinta (Ca. 1830, Bibliothèque Nationale de France, París).
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