Bellos consejos
Clasificación
Bellos consejos. (en la parte inferior) y 15. (en el ángulo superior derecho)
Historial
Véase Fran.co Goya y Lucientes, Pintor.
Se conocen tres pruebas de estado anteriores a la letra, así como a los pequeños toques de buril que se aplicaron en los ojos de la maja. Asimismo, Goya usó el bruñidor sobre el aguatinta en la punta del zapato de la joven para que se viera mejor como asomaba por debajo de los flecos de su falda.
Se conserva un dibujo en el Álbum de Sanlúcar que puede ser considerado como una preparación del grabado y otro que se encuentra en el Museo Nacional del Prado de Madrid.
Análisis artístico
En el centro de la escena una mujer sentada lleva una mantilla que cubre su cabeza y en la mano un abanico medio abierto. Junto a ella, aunque algo más atrás, aparece otra más mayor que la mira atentamente. En el fondo del grabado se ven algunas sombras que nos hacen intuir la presencia de otros personajes que no se han terminado de perfilar.
Goya hace en este grabado un importante uso del aguatinta con el que crea el fondo más oscuro en la parte alta en el centro, así como el suelo. Reserva una zona más clara en el pecho de la joven y en las vestiduras de la mujer que se encuentra tras ella.
En el manuscrito de Ayala este grabado se explica de la siguiente manera: "Desdichado aquel que cargue con ella", mientras que en el del Museo Nacional del Prado se señala que "los consejos son dignos de quien los da. Lo peor es que la señorita va a seguirlos al pie de la letra. ¡Desdichado de aquel que cargue con ella! En el manuscrito de la Biblioteca Nacional se comenta que "las madres suelen ser alcahuetas de sus mismas hijas llevándoselas a aciertos paseos y concurrencias".
En esta estampa Goya critica abiertamente la prostitución a la que, en muchas ocasiones, las jóvenes llegaban por el consejo de personas que formaban parte de su propio entorno quienes les daban Bellos consejos. Asimismo, la prostitución fue una cuestión que preocupó en los ambientes ilustrados ya que, tras el cierre de los burdeles en el siglo XVII con motivo de las enfermedades que llegaban de América, las prostitutas ejercieron su profesión en la calle, sin ningún tipo de tutela o control. Este es uno de los motivos que incrementó la inseguridad en muchas de las calles de la capital.
Es posible que el pintor aragonés hubiese conocido grabados como La llegada a Londres de William Hogarth en el que se ve cómo una joven que acaba de llegar a la gran ciudad es recibida por una vieja. Ésta la mira al tiempo que acaricia su rostro; probablemente es una alcahueta que la aproximará al mundo de la prostitución.
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