Fundación Goya en Aragón

Hacia 1762 ó 1763 se encargó a Goya la decoración de las puertas del armario-relicario de la iglesia parroquial de Fuendetodos (Zaragoza) y el muro en el que se insertaba.
Destruido durante la guerra civil española de 1936-1939.

El armario-relicario de Fuendetodos estaba decorado en su parte exterior, sobre las puertas cerradas, con esta Venida de la Virgen del Pilar a Zaragoza. En el interior de las puertas se encontraban las pinturas de la Virgen del Carmen, a la izquierda, y la de San Francisco de Paula, a la derecha. Además, Goya pintó al temple, sobre la pared donde se ubicaba el relicario, un dosel del que colgaban aparatosos cortinajes recogidos por angelotes.
Fue probablemente un trabajo acometido a imitación del Armario del Tesoro de la Seo zaragozana, decorado por José Luzán en 1757.
La escena del exterior del armario-relicario muestra el momento de la venida de la Virgen y la entrega de la sagrada imagen y el Pilar al apóstol Santiago y los siete convertidos. Los grupos de figuras se distribuyen en zigzag marcando diagonales que le dan movimiento al conjunto.
Era una pintura de gran tamaño, y a pesar de eso se advierten los rasgos abocetados. Se conservan unas fotografías que nos permiten analizar la obra. Las formas parecen en efecto responder al estilo que Goya estaba aprendiendo entonces, en la línea de Corrado Giaquinto, y podrían perfectamente ser el germen de la evolución que experimentaría después.
Gudiol destaca una cualidad que ya entonces tenía Goya y que mantendrá el resto de su carrera artística: su infalible sentido del volumen. Las formas se definen gracias al uso de la luz y los claroscuros. Sin duda era una obra que denotaba ya la soltura en la pincelada y la rapidez en la ejecución.
Francisco Zapater fue el primero en dar noticia de las obras que componen el armario-relicario en 1868. Contaba cómo los ancianos de Fuendetodos recordaban a Goya de niño realizando borrones de figuras y pintando al fresco los cortinajes que rodeaban el armario y al óleo las puertas del mismo; que cuando Goya volvió a su pueblo natal en 1808 exclamó al ver el relicario "No digáis que eso lo he pintado yo".