Fundación Goya en Aragón

Al Conde Palatino. (en la parte inferior) y 33. (en el ángulo superior derecho)

Véase Fran.co Goya y Lucientes, Pintor.
Se conserva una prueba de estado con la inscripción manuscrita, El Conde Palatino. El grabador de letra probablemente leyó mal y puso "Al" en lugar de "El", por eso el título definitivo es Al Conde Palatino.
En el Metropolitan Museum of Art de Nueva York se encuentra el dibujo preparatorio para este grabado.

Un elegante hombre vestido con lujosos ropajes, tocado con una peluca y con una cadena en su cuello, le está sacando una muela a otro cuyo rostro se deforma por el dolor. En primer término, a la izquierda, otro inclinado vomita, mientras que a la derecha un personaje que está sentado de espaldas y encorvado, también es víctima de los métodos de este peculiar dentista. Tras este último se puede ver, sobre un mueble, toda suerte de botellas de fármacos que aplica a sus pacientes.
El personaje al que se le está sacando una muela es aquel en el que Goya ha trabajado con mayor cuidado empleando la punta seca para las líneas paralelas de su camisa y de sus piernas. Con el uso del aguatinta obtiene un tono claro en el primer término y otro medio en el fondo. Asimismo, ha dejado unas reservas de barniz para los frascos y botellas que se hallan sobre el mueble que se encuentra en el fondo.
En el manuscrito del Museo Nacional del Prado se explica claramente el grabado nº 33, sobre el que se dice lo siguiente: "En todas las ciencias hay charlatanes, que sin haber estudiado palabra saben todo y para todo hallan remedio. No hay que fiarse de lo que anuncian. El verdadero sabio desconfía siempre del acierto: promete poco y cumple mucho; pero el Conde Palatino, no cumple nada de lo que promete".
Goya denuncia las prácticas de todos aquellos que proclamaban ser capaces de resolver ciertos problemas de salud, pero que al final no ocasionaban más que inconvenientes. El pintor aragonés reclama un conocimiento científico basado en una formación profunda que permita afrontar este tipo de circunstancias con un cierto fundamento.
La parte más espinosa en cuanto a la interpretación de este grabado es la identidad que se podría esconder bajo el nombre del conde Palatino. Quizá se refiera al ministro Mariano Luis de Urquijo (Bilbao, 1769-París, 1817) conocido por su represivo sistema gubernamental y la célebre ostentación de su toilette. También se ha pensado que el pintor estuviese aludiendo al conde Cagliostro (Palermo, 1743-Urbino, 1795), ocultista y médico que fue condenado a cadena perpetua y que terminó sus días en las mazmorras del castillo de San León, en la localidad marchiggiana de Urbino.