Aguarda que te unten
Clasificación
Aguarda que te unten (en la parte inferior) y 67. (en el ángulo superior derecho)
Historial
Véase Fran.co Goya y Lucientes, Pintor.
Se conserva una prueba de estado anterior a la letra con el aguatinta bruñida y la punta seca en la Bibliothèque Nationale de France, en París.
Análisis artístico
Un viejo brujo desnudo de rostro monstruoso y orejas de animal, aplica con una brocha un ungüento a un personaje. Gracias a esta sustancia este último se ha convertido en un macho cabrío que intenta alzar el vuelo. Sin embargo aún queda algo de humano en él: la pierna por la que el hechicero lo agarra, en donde todavía no ha extendido la pócima. Junto a ellos se encuentra una mujer tuerta de cuerpo y rostros ajados que observa la escena con atención.
Con el bruñidor Goya ha creado un gran triángulo de luz detrás de los personajes, sobre el que se dispone otro triángulo a medio tono. Con el aguafuerte ha realizado con precisión los cuerpos de los personajes, especialmente el del macho cabrío que se dispone a alzar el vuelo, así como el terreno que se halla en el lado izquierdo de la estampa.
En el manuscrito de Ayala el grabado se explica como una Extrema-Unción, mientras que en el del Museo Nacional del Prado se proporciona una interpretación más prolija: "Le envían un recado de importancia y quiere irse a medio untar; entre los brujos los hay también troneras, precipitados, botarates, sin pizca de juicio; todo el mundo es país". Por último, el manuscrito de la Biblioteca Nacional nos proporciona la siguiente descripción de la estampa: "Con la untura de la ignorancia y la torpeza se convierten al final los hombres en cabrones". (La extrema-Unción).
Es posible que una de las fuentes que sirvió de inspiración a Goya para la realización de este grabado fuese la Tragicomedia de Lisandro y Rosalía o segunda Celestina (1534) de Feliciano de Silva (Ciudad Rodrigo, 1482/1492-1554). Asimismo, este tema aparece también en el Auto de fe celebrado en la ciudad de Logroño en los días 6 y 7 de noviembre de 1610.
Como sucede en otras muchas escenas de brujería de la serie de Los Caprichos, en esta estampa prevalece lo onírico sobre el contenido crítico. Goya ha cuidado esmeradamente la composición y se ha recreado en los rostros de los personajes, especialmente en el del que está en primer término, para proporcionarnos una imagen sorprendente sacada de su fantasía. Parece más un divertimento goyesco que una imagen destinada a la censura.
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