Fundación Goya en Aragón

La pintura perteneció a la colección del acaudalado banquero de origen navarro Juan Martín de Goicoechea y Galarza, amigo y protector de artistas entre los que se cuenta Francisco de Goya.
Por herencia pasó a manos de María Pilar Alcíbar-Jáuregui y Lasauca, segunda esposa de uno de los condes de Sobradiel, en cuyo inventario de 1867 aparece. Perteneció después a la condesa viuda de Sobradiel doña Carmen San Gil y Ollo, quien en 1959 dispuso el traspaso de la obra a su actual propietario.

La obra forma pareja con La triple generación, dos piezas concebidas con fines devocionales.
La venida de la virgen es un tema muy recurrente entre los pintores desde el siglo XVII. Esta representación encuentra un claro antecedente en el exterior que decoraba las puertas del armario-relicario de la iglesia parroquial de Fuendetodos (Zaragoza), primera vez conocida en que Goya pintó este asunto. La composición se estructura a partir de las nubes sobre las cuales encontramos los distintos grupos sagrados. En lo alto está la Virgen, que se lleva una mano al pecho y con la otra señala la imagen de la Virgen del Pilar que es traída por ángeles. Al otro lado un grupo también angelical porta la santa columna. En el plano más cercano al espectador, el terrenal, encontramos a Santiago Apóstol y sus discípulos. Destacan sus mantos de colores intensos.
La monumentalidad de los personajes del primer plano, las tintas luminosas y el abocetamiento general son los rasgos fundamentales de esta obra, que aúna modelos de Luzán, Giaquinto y Bayeu. Según Gudiol, en esta obra y su pareja, se vivifica el embrión de la decoración de la bóveda del coreto del Pilar, alejándose del academicismo al emplear un dibujo menos preciso.
No debe pasar por alto el hecho de que las obras (ésta y su pareja) formaran parte de la colección de Goicoechea junto con algunas piezas más. Se ha sugerido que el banquero fuese en verdad el primer admirador del trabajo de Goya y su primer coleccionista. Gracias a la correspondencia mantenida entre Goya y Zapater se tiene constancia de la amistad que unía al empresario y al pintor, y del envío de algunas obras autógrafas de Goya al que fuera su protector en sus primeros años de creación.