¿No hay quien nos desate?
Clasificación
¿No hay quien nos desate? (en la parte inferior) y 75. (en el ángulo superior derecho)
Historial
Véase Fran.co Goya y Lucientes, Pintor.
Se conoce una única prueba anterior a la letra con el aguatinta bruñida que se encuentra en el Rijksmuseum de Ámsterdam. Tiene un título manuscrito, No se puede desatar!, que parece haber sustituido a otro anterior borrado.
También existen otras pruebas en las que el título acaba en una exclamación en lugar del signo de interrogación por el que sustituirá posteriormente.
Se conservan dos dibujos preparatorios de este grabado que se conservan en el Museo Nacional del Prado.
Análisis artístico
Un hombre y una mujer están atados por la cintura al tronco de un árbol seco en medio de un campo con matorrales. Ambos luchan por soltarse; el hombre hace violentos esfuerzos inclinando el torso hacia delante y ella, con las piernas atadas por los tobillos, se desplaza hacia el lado contrario con los brazos levantados. Sobre ellos vuela con las alas desplegadas un enorme búho de pico curvo y quevedos en los ojos que apoya una de sus garras sobre el rostro de la mujer de gesto angustiado.
El artista ha empleado un solo aguatinta que contrasta con las reservas de barniz con las que ha creado los blancos que iluminan a la pareja. Este contraste se irá perdiendo gradualmente con las tiradas al desgastarse el aguatinta, sin embargo permanecen intactas las líneas trazadas con el aguafuerte. También usa el bruñidor en las plumas del búho y en la figura femenina para conseguir medios tonos.
El manuscrito del Museo Nacional del Prado explica de la siguiente manera este grabado: "Un hombre y una mujer atados con sogas y forcejeando por soltarse y gritando que los desaten a toda prisa? O yo me equivoco o son dos casados por fuerza".
Goya ha creado en esta estampa una imagen alegórica de los matrimonios por conveniencia, que eran muy habituales en aquella época, describiendo la dificultad para romper los vínculos que unían a los cónyuges. El búho, figura habitual de la iconografía goyesca, alude a todas aquellas fuerzas que entorpecían la disolución de los errores maritales. En la España del momento se comenzó a debatir sobre el divorcio que en Francia se había legalizado tras la Revolución Francesa, en el año 1792. En el país galo éste podía ser concedido bajo siete presupuestos y se consideraba un derecho universal tanto para los hombres como para las mujeres.
El tema de los matrimonios concertados e infelices fue afrontado también en el Capricho nº 14, Que sacrificio! y en el Disparate nº 7, Disparate desordenado.
Exposiciones
Bibliografía y páginas web selectas
Conservación-restauraciones
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