Fundación Goya en Aragón

Despacha, que dispiértan. (en la parte inferior) y 78. (en el ángulo superior derecho)

Véase Fran.co Goya y Lucientes, Pintor.
Se conserva una única prueba de estado previa al bruñido adicional en el Museo Nacional del Prado en la que se lee el título manuscrito con la palabra "Despacha" tachada y corregida debajo en una cuidada caligrafía.
El dibujo preparatorio de este grabado se encuentra en el Museo Nacional del Prado.

Tres monjes se concentran en la realización de varias tareas domésticas. En primer término uno está limpiando un plato bajo la atenta mirada de otro que se encuentra de perfil y que sujeta una escoba, quizá le esté susurrando al oído el título de la estampa. En el fondo, otro personaje aviva el fuego con un fuelle.
Las figuras han sido descritas mediante líneas paralelas realizadas con el aguafuerte. Posteriormente aplicó un aguatinta de grano fino con la que consiguió un tono medio que produce en la escena un ambiente íntimo.
El comentario del manuscrito del Prado los identifica como duendes: "Los duendecitos son la gente más hacendosa y servicial que puede hallarse: como la criada los tenga contentos, esfuman la olla, cuecen la verdura, friegan, barren y callan al niño; mucho se ha disputado si son Diablos o no; desengañémonos, los diablos son los que se ocupan de hacer el mal, o en estorbar que otros hagan el bien, o en no hacer nada". El manuscrito de la Biblioteca Nacional comenta: "Los frailes tienen sus comilonas á solas de noche con las monjas; ellos friegan los platos y ellas soplan la lumbre", y el de Ayala apunta: "Los frailes y monjas tienen francachelas de noche para cantar bien de día".
Son varios los grabados de la serie de Los Caprichos en que Goya censura ciertas actitudes de miembros de la Iglesia, especialmente de los monjes a los que se conocía también como duendes (nº 49, Duendecitos, y en el nº 79, Nadie nos ha visto. En este caso satiriza la vida alejada de la realidad que éstos conducían, sin más preocupaciones que dedicarse a la realización de las tareas domésticas tras haber satisfecho sus apetitos carnales.